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Crítica por Tònia Pallejá

La falta de originalidad más allá de su facturación formal y la escasa emoción que consiguen transmitir sus imágenes son la tónica dominante de la última producción de George Lucas, que viene a añadirse a la saga galáctica por excelencia de las últimas décadas. Espectacular despliegue de medios técnicos, con especial uso y abuso de los efectos digitales, en una película en la que se ha cuidado mucho más la forma que el fondo, cosa que ya viene siendo habitual en los episodios de la nueva generación de Star Wars.

En el Episodio II encontramos gran variedad de temas y situaciones, lo cual es un avance argumental respecto a La amenaza fantasma, en la que las alternativas eran bastante más reducidas y parecía haber sido concebida principalmente para satisfacer a un público infantil, con la excusa del protagonismo del pequeño Anakin Skywalker para captar nuevas hordas de fans, desatendiendo la fidelidad de los más veteranos en sus filas. El romance, las aventuras, la guerra y las intrigas políticas son algunos de los hilos narrativos que conducen El ataque de los clones, salpicados por las usuales notas de humor a cargo de los personajes que acostumbran a aportar el tono más cómico y distendido; tramas simples y poco elaboradas de manera independiente, pero que se intercalan en dosis proporcionadas y son recibidas con desigual interés. Sin embargo, a Lucas le cuesta acabar de controlar este importante número de elementos y la transición entre los distintos focos de la acción deviene al final mecánica, sin conseguir profundizar en el desarrollo de ninguno de ellos.

La expectación creada en torno al nuevo episodio de La Guerra de las Galaxias venía en parte fundamentada porque en él iban a tener lugar ciertos hechos determinantes para el curso de la historia. Ciertamente en él encontramos bastantes sorpresas y algunas explicaciones sobre el origen de cuanto sucederá después, y que ya conocemos. Sin desvelar mucho más de lo que ya ha trascendido por diferentes medios antes de su estreno, responderé a la pregunta que se hacen muchos sobre lo que van a poder ver en esta película. La historia del Padawan Anakin y Padmé Amidala, ahora senadora de Naboo en peligro de muerte, tiene un destacado protagonismo. La profusión de acontecimientos a lo largo de las dos horas que ocupa la cinta, no permiten que la extensión de este romance sea tampoco excesiva. En cualquier caso, no son escenas demasiado brillantes, y están siempre teñidas por un manifiesto tono bucólico y romántico de novela rosa. Además de este amor imposible, que pone en conflicto sus sentimientos con su deber como futuro caballero jedi, el joven Anakin deberá hacer frente también a otras emociones cuando vaya al reencuentro de su madre, y comenzará a manifestar los primeros desacuerdos con la filosofía jedi. Poco se perfila todavía del futuro Darth Vader, pero algunos rasgos de su carácter ya apuntan hacia la rebeldía, la ambición y el rencor que le llevarán a caer en el reverso tenebroso de La Fuerza.

La Guerra de los Clones se inicia en esta entrega hacia su parte final, en un enfrentamiento con el cuerpo de droides que recupera cierto interés por el relato. Se revela la génesis de este ejército así como de alguna otra arma secreta que servirá a Palpatine para conseguir sus objetivos.

Tranquilizar a los numerosos detractores de Jar Jar Binks, porque en esta ocasión ha visto recortada su presencia ante las airadas protestas de los seguidores de Star Wars tras su intervención en el Episodio I, y el entrañable Yoda hará alarde de ese poder que le ha merecido el reconocimiento y respeto como sabio maestro jedi. Otros personajes son presentados, aunque debido al orden que han seguido las entregas, mejor debiera decir que vuelven a aparecer, aunque ahora sea para conocer su importancia en todo lo que proseguirá.

A pesar de su aparente fluidez, la película se resiente en todo momento al no contar con un guión más cuidado, no sólo en cuanto a la pobreza de algunos de los diálogos -factor que en una cinta de corte épico siempre queda reducido a un segundo plano-, sino en cuanto a los giros de la historia y otros recursos manidos que se han utilizado para hacer avanzar el relato. Todo cuanto sucede resulta previsible y hasta cansino, de manera que el espectador cede cortés y pacientemente su atención, ya que la película no es capaz de ganársela por méritos propios.

Las escenas de acción con persecuciones en naves, y sus correspondientes saltos y caídas, son tan exageradas como las de cualquier cinta de James Bond, y aún asumiendo que en un film de ciencia ficción poco va a resultarnos creíble desde un punto de vista meramente lógico, sí debiera de aguantarse por una mayor consistencia interna y cuanto menos, no provocar la risa. Mientras que algunos capítulos logran mantener un cierto nivel de intriga, como la llegada de Obi-Wan Kenobi a ese misterioso planeta en el que tropezará con Jango Fett, otros adolecen de una considerable y hasta casi alarmante falta de imaginación. Todos conocemos la típica situación en que "los buenos" son perseguidos por "los malos" en el interior de una fábrica, y éstos acaban cayendo en una cinta transportadora que forma parte de la cadena de montaje, en la que deben sortear diferentes obstáculos: evitar que unas afiladas cuchillas les hagan pedazos, evitar ser aplastados bajo el peso de unos resortes mecánicos, o ir a parar al interior de un molde sobre el que está a punto de arrojarse un metal fundido. Hemos visto esta circunstancia en toda clase de películas, desde antiguas series animadas para la televisión, hasta largometrajes de distinto género. Pues bien, El ataque de los clones también nos la presenta, y no se trata de una variante excesivamente ocurrente respecto al original. En realidad, la mayor parte de resoluciones por las que opta Lucas siguen esta misma línea de repetir algo predecible y trillado hasta la saciedad.

La diversidad de personajes y circunstancias son los que mantienen, por suerte, el dinamismo de la cinta, ya que la falta de ritmo propio se esconde artificialmente bajo la constante irrupción de novedades, personajes que entran en escena y deslumbrantes decorados generados por ordenador.

El reparto, por su parte, hace un generoso esfuerzo a la hora de ofrecer la verosimilitud necesaria para sus papeles, a pesar de las limitaciones del género y de la poca profundidad que tienen algunos de sus comportamientos. Siempre es de destacar la labor de Natalie Portman o Ewan McGregor, entre muchos otros. La elección del actor que debía encarnar a Darth Vader en su juventud, no exenta de polémica como suele suceder, no es en cualquier caso desacertada. El desempeño de Hayden Christensen es correcto, pero su falta de carisma empaña la imagen de uno de los villanos más populares de la historia del cine fantástico. También interviene el mítico Christopher Lee como el malvado conde Dooku, recuperado recientemente para la industria, y que parece haber encontrado en este tipo de producciones (fue Saruman en El Señor de los Anillos) un nuevo espacio.

En resumidas cuentas, El ataque de los clones es impresionante en cuanto a su diseño de producción, que únicamente sirve para envolver una historia floja y una narración no del todo bien desenvuelta, pero decepcionará a aquellos que busquen algo más detrás de todo este lujoso circo. Con diferencia, es mucho más entretenida y completa que su reciente predecesora, pero no cubre más que las mínimas expectativas que todo seguidor de la saga Star Wars alberga en su interior. El ataque de los clones tiene escaso valor por sí misma, sirve para pasar el rato, pero no invita a ser vista varias veces, y sin la existencia de sus precursoras poco significaría.

Sin que sirva como justificación, sino más bien como explicación acerca de los que podamos sentirnos defraudados con esta nueva entrega, pero aún así valorarla dentro del contexto al que pertenece, cabe decir que los miembros de aquella generación que descubrimos por primera vez la magia del cine gracias al Episodio IV, solemos conformarnos con la complicidad que nos otorgan los siempre presentes reductos de aquel fascinante universo en las actuales precuelas. El sonido vibrante de las espadas láser, el susurro de las naves al cruzar el espacio aéreo, las criaturas de peculiar aspecto físico, el vocabulario jedi y toda su particularísima iconografía, harán nuestras delicias de forma incondicional, porque Star Wars, a pesar de todo lo demás, siempre será Star Wars.

Valoración: 6

© 2001 Tònia Pallejá

La Butaca

El Ataque de los Clones
(Star Wars, Episode II: Attack of the Clones)


Imagen © 2002

Dirección: George Lucas.
País: USA.
Año: 2002.
Duración: 136 min.
Interpretación: Ewan McGregor (Obi-Wan Kenobi), Natalie Portman (Senadora Padmé Amidala), Hayden Christensen (Anakin Skywalker), Ian McDiarmid (Canciller Supremo Palpatine / Darth Sidious), Samuel L. Jackson (Mace Windu), Pernilla August (Shmi Skywalker), Jack Thomson (Cliegg Lars), Christopher Lee (Conde Dooku / Darth Tyranus), Anthony Daniels (C-3PO / Teniente Dannl Faytonni)
Guión: George Lucas y Jonathan Hales; basado en una historia de George Lucas.
Producción: Rick McCallum.
Producción ejectiva: George Lucas.
Música: John Williams.
Fotografía: David Tattersall.
Montaje: Ben Burtt.
Diseño de producción: Gavin Bocquet.
Dirección artística: Phil Harvey y Jonathan Lee.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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