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Crítica por Joaquín R. Fernández

Me temo que Arnold Schwarzenegger tendrá que esperar a la tercera entrega de Terminator para saber si el público le va a dar una última oportunidad antes de enviarle al cajón de los olvidos (ya saben, ese lugar donde reposa Stallone y su "prestigio"). Daño Colateral no es ningún bodrio, pero no entusiasmará ni a los fans del protagonista de Mentiras Arriesgadas ni a aquéllos que buscan un producto de cierta calidad argumental. Para ambos grupos de personas, el filme se queda a medio camino de sus propuestas, transformándose, pues, en un caramelo de rápido consumo y limitado disfrute.

Primero, ¿qué tal funciona Daño Colateral como cinta de acción?. Hay tiroteos, sí, y alguna que otra explosión, pero ya hemos presenciado en otras ocasiones verdaderos castillos de fuego, así que esto se asemeja más a una sarta de petardos, decepcionando por ello a los que esperan una apabullante exhibición de efectos pirotécnicos.

Por otra parte, y desde el punto de vista del desarrollo de la historia, el filme se preocupa en demasía por aparentar ser más de lo que en realidad es. Así, exhibe una necesaria desmitificación de las guerrillas colombianas, pero no se olvida de la deplorable guerra sucia que se emplea para combatirlas. Ahora bien, en ambos supuestos se hace sin sobrada convicción, como si sólo fuera una pequeña concesión para satisfacer a la parte más intelectual del personal. Es esta indefinición, esa obsesión por no dar un paso adelante, la que vuelve vulgar a Daño Colateral; es curioso, pero cuando se decanta nítidamente por una de sus propuestas, aquélla relativa a la acción y que se desarrolla en la media hora final, el asunto mejora sensiblemente y la diversión hace acto de presencia.

A estas alturas nadie se asombraría si afirmara que Arnold Schwarzenegger es un pésimo actor dramático. Aquí tiene la oportunidad de destrozar él solito escenas que bien pudieran dar más de sí con otros intérpretes, tal y como sucede en los momentos posteriores al atentado. ¿Acaso no se da cuenta de que lo que le van son los personajes cínicos e invulnerables? En El Fin de los Días y El Sexto Día también trató de humanizar a Jericho Cane y Adam Gibson, pero los resultados fueron desastrosos. Menos mal que para mitigar las carencias del líder de la función se recurre a un buen puñado de eficaces intérpretes secundarios. Francesca Neri y Cliff Curtis tienen buenas (y tópicas) escenas frente al austríaco (es interesante el dilema que se le presenta a Brewer, pues casi mata a la mujer y al hijo del terrorista que acabó con sus seres queridos). Mientras, John Turturro y John Leguizamo dan vida a personajes que, por su extravagancia, sirven para inflar la narración con breves contrapuntos cómicos.

Muchos consideran a Andrew Davis un genio del cine de acción; personalmente creo que no sabe dotar de la espectacularidad necesaria a sus obras más moviditas, siendo acertadas, sin embargo, sus incursiones en el «thriller», como lo demuestran sus trabajos en El Fugitivo y en la estimable Un Crimen Perfecto. Aquí su labor pasa completamente desapercibida, lo que no es precisamente un halago tratándose de un producto gestado para mostrarse vistoso en la pantalla grande.

Por último, Graeme Revell sigue sin hacer una buena partitura desde hace años. Aquí nos atolondra con una serie de sonidos y ritmos que, la verdad, podían haberse empleado en cualquier producto del mismo género. Un auténtico aburrimiento de banda sonora que, al menos, no desentona con las imágenes que nos "regala" Andrew Davis. Ah, y atención a las palmadas que se escuchan en algunas secuencias de acción; en fin, la "originalidad" al poder...

© 2002 Joaquín R. Fernández

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Daño Colateral
(Collateral Damage)


Imagen © 2002

Dirección: Andrew Davis.
País: USA.
Año: 2002.
Duración: 115 min.
Interpretación: Arnold Schwarzenegger (Gordon Brewer), Elias Koteas (Agente de la CIA Peter Brandt), Francesca Neri (Selena Perrini), Cliff Curtis (Claudio 'El Lobo' Perrini), John Leguizamo (Felix Ramirez), John Turturro (Sean Armstrong).
Guión: David Griffiths & Peter Griffiths; basado en una historia de Ronald Roose y David Griffiths & Peter Griffiths.
Producción: Steven Reuther y David Foster.
Música: Graeme Revell.
Fotografía: Adam Greenberg.
Montaje: Dennis Virkler y Dov Hoenig.
Diseño de producción: Philip Rosenberg.
Dirección artística: Richard Reseigne.
Vestuario: James W. Tyson.
Decorados: Thomas Roysden.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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