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Crítica por Mateo Sancho Cardiel

Sé que las comparaciones son odiosas, pero a veces resultan inevitables. Y en este caso, la sombra de una de las mejores películas de la historia, "La huella", es tan extensa que consigue eclipsar por completo una obra meritoria, bien construida y, sobre todo, bien interpretada. Al igual que su antecesora, cuenta, aunque de manera menos rígida, con tan sólo dos intérpretes que cargan con el peso dramático de la historia. En este sentido, "Divertimento" es impecable. Es evidente que para esta película, el gran atractivo es la pareja protagonista. Sin llegar al nivel de Laurence Olivier y Michael Caine, Federico Luppi y Paco Rabal componen de manera impresionante sendos personajes. Aunque me considero gran admirador de Luppi, he de decir que es aquí Rabal el que se lleva el gato al agua. Se nos perfila ya como un máximo candidato a los próximos Goya. Su creación es una soberbia mezcla de picardía, sadismo, rencor y sabiduría que aporta al personaje una fuerza que por sí sola mantiene la película. Luppi está bien, pero su papel de víctima es demasiado convencional y no consigue transmitir (aunque tal vez eso sea problema del guión) el cinismo y la corrupción y la falta de principios que tiene en su interior. La duración es, y creo que nunca he empleado esto para una película, escasa. Su muy intensa hora y media pasa al espectador como un suspiro, quizá demasiado rápido, pues a uno se le queda la sensación de que falta algo, el final es algo insulso. Pero en ningún momento llega a aburrir. Por otro lado sus brillantes giros en la trama quedan desvirtuados porque un espectador que venga con el clásico de Mankiewicz en la cabeza, está preparado para este tipo de acontecimientos y la sorpresa se torna en algo previsible. Y la habilidad de esos giros pierde también conforme va avanzando la trama y el recurso comienza a hacerse algo reiterativo. Creo que le falta ese empujón final, quizá una última sorpresa que no nos devolviera al principio, sino que nos arrastrara hacia una catarsis y que transformara lo que parecía un juego interpretativo en un final diabólico. Tal como aparece en la película, se da el favor a Gabler-Rabal cuando no nos ha acabado de convencer de que fuera el bueno de la historia, pues pese a su desequilibrio genial, es un villano al fin y al cabo. Pero aun con todo, la película no pierde interés, pues aunque queda en ejercicio de estilo de vocación claramente menor, aborda de una manera la ambición humana que le hace brillar con luz propia. Es una profunda reflexión sobre lo que el ser humano puede llegar a hacer, ya no sólo para alcanzar sus objetivos, sino para demostrar a los demás su valía. También es un alegato perfecto de la violencia verbal por encima de la física y de que, también, nadie sabe cómo es verdaderamente hasta que se encuentra en una situación límite. Por otro lado, Gabler, el monstruo de la interpretación, se niega a aceptar su edad y a que el mundo de la interpretación empiece a perder el encanto cuando la frivolidad juega en contra de uno mismo. La dirección es muy correcta y no me parece en absoluto mal que no intente ocultar para nada la teatralidad que destila todo el metraje. La iluminación, la escenografía, el maquillaje... está todo magnífico, por lo que se puede decir que en el aspecto técnico "Divertimento" es irreprochable. En definitiva, es una película recomendable, entretenida, pero que, si han visto "La huella" será un continuo dejà vu que mantiene el encanto, pero que no aporta casi nada nuevo. Para los que no hallan visto la película de 1972, es preferible que, si tienen mucho interés en ver "Divertimento", vean antes "La huella", pues es mejor que sea la primera la que quede en evidencia por la segunda y no al revés.

© 2001 Mateo Sancho Cardiel

La Butaca

Divertimento

Dirección: José García Hernández.
País: España. Año: 2000.
Duración: 93 min.
Interpretación: Federico Luppi (Daniel Osantos), Francisco Rabal (Bernardo Gabrel), Pascual F. Real ("actor rumano"), Sonia Castelo (Alicia), Margarita Fernández López (sra. Osantos), Irene Lamas (presentadora), Martín Mújica (chófer).
Guión: Manuel Ortega Yáñez.
Producción: José García Hernández, Enrique González Macho y Andrés Barbé.
Música: Manuel Balboa.
Fotografía: José Arce Ljubetic.
Montaje: Alejandro Lázaro y Santiago Pedroncini.
Dirección de producción: Rafael Álvarez.
Dirección artística: Gil Parrondo.
Vestuario: José Vigo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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