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Crítica por Julio Rodríguez Chico

Tras el éxito de su primer largometraje ("Questo è il giardino", mejor opera prima en Venecia 2000), ahora Maderna nos ofrece una película inspirada en unos hechos reales sucedidos en Italia y que tuvieron un extraordinario eco en la opinión pública: un joven matrimonio católico decide tener un hijo a sabiendas de que nacerá con una malformación congénita que le supondrá la muerte a los pocos días, y también se muestran dispuestos a donar entonces sus órganos.

El guión, escrito por el propio Mader-na, se articula sobre este drama de Sergio y Angela, sometidos a una fe-roz y despiadada crítica social y a la indiferencia de sus compañeros de trabajo, que les acusan de ensañamiento terapéutico y de falta de sensibilidad hacia el bebé. Pero esta ac-titud sostenida por razones morales también causa admiración y elogios en quienes ven la coherencia y amor a la vida de la joven pareja, que vive una fe y un amor sin fisuras. Paralelamente se esbozan las historias de una chica –compañera de trabajo de Sergio en el supermercado– que se ha suicidado tras ser violada recayendo las sospechas en el atribulado esposo, y del policía que investiga el caso y cuyo matrimonio pasa por momentos de crisis. Todo apunta hacia un desenlace dramático, aunque la tensión interior acumulada por Sergio precipitará un final desconcertante que viene a explicar el título de la película.

Hay que elogiar la valentía del director para afrontar temas tan polémicos y trascendentales como el aborto, el sentido enriquecedor del dolor, el laicismo o la fidelidad matrimonial. Y también su actitud crítica ante sectores sociales que han pretendido erigirse en valedores de la tolerancia, pero que a la hora de la verdad se comportan de modo exclusivista e incluso agresivo. Esta presión social y laboral queda patente en el entorno de Sergio y Angela, aislados por sus creencias religiosas y por actuar en conciencia, cosa que algunos no se lo perdonan y se lo hacen saber con anónimos amenazantes.

Maderna ha sabido dar humanismo y profundidad a unos personajes colocados en una situación límite, que muestran su riqueza interior y también sus debilidades. Para ello ha encontrado en Marta Belaustegui y en Enrico Lo Verso una pareja que vive ese drama sin histrionismos, dejando ver la paz que la fe da a Angela y también el sufrimiento que la duda y el remordimiento dejan en Sergio. Lástima que el doblaje al castellano deje mucho que desear, pues se pierde gran parte de la frescura y naturalidad que se suponen en la interpretación. La puesta en escena es brillante, con un comienzo en flash back que capta la atención del espectador, al que se proporciona la información justa para que vaya recomponiendo lo sucedido. La música de Bonezzi también contribuye adecuadamente a crear ese clima sosegado y tenso a la vez, con abundantes silencios que evidencian el drama de los personajes.

Nos encontramos ante un drama psicológico, que llega hasta lo más profundo del espectador por tratarse de cuestiones vitales reflejadas con ternura pero también con toda la crudeza que exigen, y que merecen más atención por parte de la industria cinematográfica.

© 2002 Julio Rodríguez Chico

La Butaca

El Amor Imperfecto
(L'amore imperfetto)


Imagen © 2001

Dirección y guión: Giovanni Davide Maderna.
País: Italia, España.
Año: 2001.
Duración: 92 min.
Interpretación: Enrico Lo Verso (Sergio), Marta Belaustegui (Angela),
Federico Scribani (Sironi), Francesco Carnelutti (Dr. Melzi), Massimo
Tellini.
Producción: Andrea Occhipinti, Umberto Massa y Gerardo Herrero.
Música: Benardo Bonezzi.
Fotografía: Yves Cape.
Montaje: Paola Freddi.
Diseño de producción: Massimo Santomarco.
Dirección artística: Gabriel Carrascal.
Vestuario: Valentina Taviani.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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