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Crítica por Tónia Pallejá

Es americana, es una comedia y sus protagonistas son dos adolescentes que acaban de graduarse en el instituto. Pero que nadie se deje engañar. Ésta no es la típica teen movie gamberra y descerebrada, plagada de tías neumáticas, oligofrénicos contumaces, pajas, pedos y alcohol (tampoco pierde el tiempo parodiándolas). Jason Biggs no habita en la galaxia Clowes-Zwigoff y Britney Spears no va a taladrarnos los oídos. Se trata, en cambio, de una película divertida y aguda a partes iguales, muy consciente de sí misma, que con suma sencillez, grata frescura e irónico escepticismo nos habla de gente nada guay, freaks marginados, raritos por edad o por condición natural, que no acaban de encontrar su lugar en el mundo. Ahí están también la miseria humana, el patetismo, la cruda realidad de la que sus autores se ríen con sarcasmo, porque atención, Ghost world no se viste de drama ni pretende hacernos llorar, tan sólo arrojar una mirada lúcida y atroz sobre este mundo fantasma en que nos ha tocado vivir, y hacernos sonreír con amargo reconocimiento.

Ghost world es, por encima de su agudo guión y de las situaciones tan fácilmente identificables que presenta, el resultado de la espléndida ejecución con que nos honran estas dos chicas. La decepcionada, abúlica, desorientada Thora Birch -su personaje, que lo borda, no ella- y Scarlett Johansson. Dos amigas muy unidas -¿les suena aquello de mi supermejor amiga del colegio?- que al finalizar la simple y uterina rutina de la escuela y tener que tomar esa decisión trascendental -¿qué hago con mi vida?-, se encuentran perdidas y confusas. No quieren ser barbies que se matriculen en dirección de empresas como el resto de sus compañeros, ni tampoco sueñan con formar una familia. El desencanto, la apatía y el desconcierto ahogan su entrada en el "mundo adulto".

Cada una adopta una postura diferente ante el panorama desolador que se abre ante ellas. Enid se resguarda en su mordacidad y lucha por no caer engullida en la hipocresía y el convencionalismo de cuantos la rodean. Vive con su padre, aunque como figura paterna este hombre pusilánime y obtuso resulta anecdótico. Es incapaz de imponerse a su hija o de mantener una conversación madura con ella. Su cobardía y su falta de convicción es un reflejo más del conformismo y la asfixia del mundo que las envuelve. Rebecca es más atractiva que Enid y los chicos reparan más en ella, hecho que su amiga contempla con cinismo. Pero esto no le aporta ninguna ventaja a la hora de encarar ese futuro sin futuro. Opta por la opción más cómoda, dejarse arrastrar por la corriente y conseguir un empleo que le permita pagarse un piso y ser independiente, o todo lo independiente que pueda ser alguien en tales condiciones.

Entre cafeterías, trabajos basura y una extensa galería de freaks discurren sus primeros días en la encrucijada existencial. Inventan una vida menos gris a la gente anónima de su alrededor, como si más que personas fueran personajes de un universo más sugerente que Enid dibuja en su diario y que luego se dedican a espiar para saber más detalles de su sórdida cotidianidad. De esta forma acaban conociendo a Seymour (Steve Buscemi en su salsa y haciendo chup-chup), un casposo cuarentón, bicho raro donde los haya, que colecciona discos y otros objetos antiguos buscando ese orden que no encuentra en su vacía realidad. Se trata de un hombre tímido que no tiene éxito con las mujeres y está dispuesto a acudir a citas a ciegas. A Enid le cautiva porque no es como los otros. También destinado al fracaso, la incomprensión, la soledad, cree reconocer en él a su alma gemela. Así se dispone a hacerle de celestina, de amiga, hasta casi de madre, y finalmente de amante, ante la atónita y disgustada mirada de Rebecca, hecho que propicia que el abismo entre ellas se ensanche. A medida que evolucionan por caminos distintos y tratan de construir su propia identidad, Enid y Rebecca ven cómo su relación corre peligro. Temores, celos y esas pequeñas traiciones que cobran dimensiones desproporcionadas.

Ante unas perspectivas tan poco prometedoras, el único que parece abrigar alguna ilusión es el viejo que aguarda cada día a que pase el autobús sentado delante de una parada que ha sido cancelada y al que toman por loco.

Una las contempla con una década de distancia -y se contempla a sí misma en ellas diez años atrás- y está a punto de decirles que no se angustien. Que la broma sólo ha acabado de empezar, que sólo han empezado a ser conscientes de qué va esto de la vida. Que o te gustan las reglas del juego y te amoldas a ellas como la mula que avanza sin salirse del camino con los ojos tapados, o creas las tuyas propias y te condenas a ser el molesto elemento discordante que el resto normalizado señalará con el dedo. En todo caso, la batalla es estéril y desalentadora. El sistema cuenta con mecanismos infranqueables que se refuerzan entre ellos, asegurándose su continuidad y absorbiendo a los individuos en su círculo vicioso. Mundo Fantasma no quiere héroes que piensen y cuestionen lo establecido. Y la llama de rebeldía que Enid guarda en su interior no encuentra finalmente eco.

Ghost world es una inteligente e incómoda crítica de nuestra sociedad a través de la mirada de dos neófitas que por primera vez deben enfrentarse a ella. Basada en el comic "para adultos" de Daniel Clowes, co-autor del guión junto a su director, Terry Zwigoff, mantiene el espíritu de la obra original sin perder su autonomía y no cae en el error de construir una acartonada adaptación viñeta por viñeta que le hubiera restado espontaneidad. Una película imprescindible que intenta abrirnos los ojos, aunque en algunos no lo consiga y sólo se queden con su entretenida epidermis. La cabra tira al monte, ya se sabe.

© 2002 Tónia Pallejá

La Butaca

Mundo Fantasma
(Ghost World)


Imagen © 2001

Dirección: Terry Zwigoff.
Países: USA, Reino Unido.
Año: 2001.
Duración: 111 min.
Interpretación: Scarlett Johansson (Rebecca), Thora Birch (Enid), Steve Buscemi (Seymour), Brad Renfro (Josh), Illeana Douglas (Roberta Allsworth), Bob Baladan (padre de Enid), Stacey Travis (Dana), Charles C. Stevenson Jr. (Norman), Dave Sheridan (Doug), Tom McGowan (Joe).
Guión: Daniel Clowes & Terry Zwigoff; basado en el comic de Clowes.
Producción: Lianne Halfon, John Malkovich y Russell Smith.
Música: David Kitay.
Fotografía: Affonso Beato.
Montaje: Carole Kravetz y Michael R. Miller.
Diseño de producción: Edward T. McAvoy.
Dirección artística: Alan E. Muraoka.
Vestuario: Mary Zophres.
Decorados: Lisa Fischer.