La Butaca: Happy Times

Crítica por Mateo Sancho Cardiel

Lo ha hecho de nuevo. Zhang Yimou vuelve a ofrecernos, esta vez fuera de concurso, un jugoso pastel para aligerar esta Berlinale, y en esta ocasión se desentiende de su poderoso estilo visual para ofrecernos una historia que no nece-sita más que su talento para resultar emotiva. Con apenas una decena de guiños al espectador, consigue levantar un filme entero y dotarlo de un aire cálido y sincero que apunta directo al corazón de un espectador que cae rendido a sus pies.

Se podría decir de esta película que es una obra menor en su filmografía, de ahí que esté siendo infravalorada, incluso despechada por cierto sector de la crítica, pero alcanza, aunque con menos frecuencia, las cotas de exquisitez características del director. Y es que esta vez se ha querido centrar en un ambiente urbano, más normalizado, para no insistir demasiado en las tradiciones milenarias de China. Por ello, al olvidar el costumbrismo, ha querido alejarse también de esas maravillas estéticas que ofreció en películas como "La linterna roja" o "El camino a casa", película premiada en este mismo festival hace dos años. Nada de tonos vivos, iluminaciones al borde del éxtasis ni planos enreve-sados. La poesía no la encuentra en la imagen, sino en un guión que, de nue-vo, cuenta una historia sencilla, aparentemente poco original, casi infantil, pero que cobra una vida inmensa gracias a la extraordinaria sensibilidad de Yimou.

Es más, los avatares de un hombre que busca desesperadamente el matrimonio y que tendrá que cuidar a una niña ciega para alcanzar el ansiado objetivo, podrían haber quedado en la insipidez más absoluta, y, de hecho, le cuesta coger el encanto al que el director chino nos tiene acostumbrados. Pero, finalmente, los personajes comienzan a coger forma, a hacerse tremendamente entrañables y a ofrecernos facetas tan cercanas, tan reales, que parecen extraídas de aquellas viejas cintas de vídeo de recuerdos en familia. Encontramos en cada acción suya toda una implicación emocional cargada de cariño, que nos enamora a base de pequeños detalles.

Para ello, Yimou se sirve de su sutil y a veces demasiado pueril sentido del humor que, sin embargo, tiene una eficacia pasmosa, que oculta a veces los baches que pueda tener el guión, y que en esta ocasión resultan más evidentes que en películas anteriores. Quizá haya rodado más material de-sechable en esta ocasión, pero seguimos estando al borde de la lágrima al descubrir que el amor y el cariño pueden surgir hasta en las situaciones más adversas, en los contextos más hostiles. Cuando una niña ciega decide no acabar con la farsa que le está montando su ilusionado tutor para no decepcionarlo, pocos fallos pueden derrumbar esa desnudez de la emoción.

Yimou sigue teniendo, además, un gusto excelente para elegir un reparto (aunque seguimos añorando a Gong Li), para dar a sus historias ese punto de calidad y humanidad que resulta tan atípico, que hace que "Happy Times" sea la mejor película vista hasta ahora en el festival, a pesar de ser una relativa decepción en su carrera. Porque continúa ofreciendo retratos universales desde dentro del alma, pequeñas fracciones del lado más amable de la vida en noventa minutos que algunos tacharán de cursis, pero yo considero francamente auténticos.

La Butaca

Happy Times (Xingfu Shiguang)

Happy Times
(Xingfu Shiguang)