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Crítica por Mateo Sancho Cardiel

Realmente, desanima empezar un festival con películas como este delirio pedante y pretencioso llamado "Heaven". Sí, como primer representante de la traca de filmes alemanes que este año hay en la Sección Oficial (nada menos que cuatro), el director Tom Tykwer, reconocido por su película "Corre, Lola, corre", ha presentado un filme rodado en inglés e italiano y producido por el oscarizado Anthony Minghella que, a priori, parecía interesante por muchos factores.

En primer lugar, era la cristalización de un proyecto de Krzysztof Kieslowski, escrito en 1997 y que se vio truncado por su muerte. Del autor de la trilogía "Azul", "Blanco" y "Rojo" queda cierto aire místico, de planteamientos irracionales, pero que no encuentran en esta película el aroma poético y turbador que caracterizaba al director polaco. Muy al contrario, esa atmósfera del absurdo destino se ve enrarecida por una poca minuciosidad a la hora de enlazar los hechos, que llegan a resultar muy previsibles. No sabemos qué figuraba en el guión original, no sabemos a quién echar la culpa, pero lo cierto es que en "Heaven" existe una buena base que no ha sido rematada con ningún tipo de finura, sino que ha sido decorada con detalles banales que llegan a rozar lo ridículo. Así, lo que podría haber sido un retrato emotivo sobre el amor como elemento redentor de cualquier ser, se convierte en una caricatura por su poca credibilidad, en la que se llega a causar la risa y en la que ese mundo propio que se pretende plasmar aporta poco más que sopor.

Efectivamente, Tykwer apuesta por algo que muy pocos directores pueden conseguir, es decir, obras de madurez y estilo, independientemente del argumento, basándose únicamente en un toque personal que ofrezca una coherencia específica y reconocible a su obra. Pero su talento no es tan excepcional, no pasa, de hecho, de una buena factura técnica y cierta lucidez en los planos iniciales. No es Buñuel ni Haneke, ni siquiera Medem, y no sabe dotar a la historia de ese tono fatalista que estaba pidiendo a gritos, sino que distrae la atención con retazos descuidados de imbecilidad cinematográfica. Por ello, a pesar de unas pretensiones trascendentales, los noventa minutos que dura la película llegan a caer como un ladrillo sobre el espectador. Uno acaba por desentenderse por completo de esta historia en la que una mujer perpetra un atentado con la finalidad de acabar con un traficante de drogas y a la que un joven y enamoradizo policía ayudará a escapar. Al final, este amour fou huele a moralina y a tedio, a cuento mal contado que sólo cumple su función de somnífero.

Y eso pese a la presencia, siempre estimulante, tanto en la pantalla como en las lides de la Berlinale, de Cate Blanchett. La magnífica actriz australiana presta su talento a Phillipa, el desesperado y desesperante personaje principal de esta fábula contraproducente, y realmente produce lástima el sacrificio que hace para un papel que tiene tan poca sustancia. Lo mismo se puede decir de Giovanni Ribisi, que afronta un merecido rol de protagonista pero no encuentra un guión a la altura de sus posibilidades. Porque, en realidad, la película cuenta con elementos de calidad, en los que también hay destacar una localización tanto de exteriores como de interiores muy acertada o un tratamiento musical muy bello, pero se estrella por momentos que resaltan por su torpeza y su estupidez, que chirrían al espectador y le impiden introducirse en una historia que ofrecía muy buenas perspectivas, pero que es desperdiciada.

© 2002 Mateo Sancho Cardiel

La Butaca

En el Cielo
(Heaven)


Imagen © 2002

Dirección: Tom Tykwer.
Paises: Alemania, Reino Unido.
Año: 2002.
Interpretación: Cate Blanchett (Philippa), Giobanni Ribisi (Oficial
Filippo), Remo Girone (padre de Filippo), Vincenzo Ricotta (Cassandre), Stefano Santospago (Mr. Vendice).
Guión: Krzysztof Kieslowski y Krzysztof Piesiewicz.
Producción: William Horberg y Cédomir Kolar.
Producción ejecutiva: Anthony Minghella y Sydney Pollack.
Música: Arvo Pärt.
Fotografía: Frank Griebe.
Montaje: Mathilde Bonnefoy.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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