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Crítica por Ismael Alonso

De buenas a primeras parece que esta película haya sido el resultado de alguna apuesta bárbara y surrealista en la que un par de amigos se jugaron el bigote a que eran capaces de escribir un musical en toda regla a partir de elementos tan dispares y descabellados como los que resultan de unir a un transexual, un emigrante de la extinta Berlín oriental y el Glam Rock. El resultado, lejos de ser un potaje insufrible resulta ser una magnifico drama sobre la identidad, la sexualidad y la fuerza de voluntad aderezado con canciones que valen su peso en oro.

Proveniente de ese magma convulso y febril que resulta la escena alternativa neoyorquina, allá donde se crean y destruyen las tendencias, "Hedwig and the Angry Inch" (algo así como "Hedwig y la pulgada furiosa") reinventa el musical de trinchera, el que no aboga por largas líneas de coro cantando al unísono sobre escenarios millonarios sino el que describe la sociedad mediante un juego de espejos deformantes tan exagerados como certeros. El resultado es la culminación de muchos años de esfuerzo y trabajo a cargo de su protagonista y creador (justamente nominado a los Globos de Oro) y una película de culto instantáneo al estilo de "The Rocky Horror Picture Show".

Empleando una parábola sobre la disgregación, la unión y la complementación, John Cameron Mitchell y Mark Tusk , consiguen crear un producto mágico, que mueve al aplauso incluso entre los menos dados a las veleidades del movimiento 'drag queen'. Dotado de tanto lirismo como potencia sonora, la película sigue los pasos de un transexual brillante pero amargado tras varios desengaños amorosos en pos de un éxito robado. Como si de una autobiografía se tratase, Hedwig y su grupo de fieles 'outsiders' se muestra tan airado como orgullosos de su propia identidad y para ello desgranan una serie de temas musicales que van desde lo lírico a lo directamente destructivo todos ellos con unas letras realmente soberbias. Puede que "Hedwig and the Angry Inch" sea una película peculiar pero para nada debe de ser tomada como un experimento solo visible por cuatro locos. La obra que Cameron Mitchell escribe, dirige, produce e interpreta resulta una sombría vuelta de tuerca a los musicales amables sobre superación y amor verdadero. Y pese a lo extravagante que pueda resultar la propuesta inicial todo aquí resulta extrañamente real, tangible y, sobretodo, poderosamente valiente. Un musical que contagia su ira y su pasión allá por donde va y en la que el entusiasmo y el sacrificio de sus autores queda impregnado en cada centímetro de metraje.

© 2001 Ismael Alonso

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Hedwig and the Angry Inch
(Hedwig and the Angry Inch)


Imagen © 2000

Dirección: John Cameron Mitchell.
País: USA.
Año: 2000.
Duración: 95 min.
Interpretación: John Cameron Mitchell (Hedwig), Michael Pitt (Tommy Gnosis), Miriam Shor (Yitzhak), Stephen Trask (Skszp), Theodore Liscinski (Jacek), Rob Campbell (Krzysztof), Michael Aranov (Schlatko), Andrea Martin (Phyllis Stein).
Guión: John Cameron Mitchell; basado en la obra de John Cameron Mitchell y Stephen Trask.
Producción: Pamela Koffler, Katie Roumel y Christine Vachon.
Música: Stephen Trask.
Fotografía: Frank G. DeMarco.
Montaje: Andrew Marcus.
Diseño de producción: Thérèse DePrez.
Dirección artística: Nancey Pankiw.
Vestuario: Arianne Phillips.
Decorados: Liesl Deslauriers.