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Crítica por Rubén Corral

Sale uno de ver el "Amanecer" (Sunrise, 1927) de F. W. Murnau y "La carreta fantasma" (Körkarlen, 1921), de Viktor Sjöström y queda con la impresión de que el interés del cine por crear un lenguaje propio sin renunciar a las posibilidades comerciales quedó aparcado en aquella época. La mayor parte de las grandes películas desde entonces, superada la servidumbre de la palabra, se han valido de su sobresaliente capacidad ortográfica. No se trata tanto de intentar superar ese lenguaje cinematográfico como de utilizarlo con deslumbrante perfección. A este propósito, los géneros son paradigmas de codificación, pero también de encasillamiento.

Pongamos el caso de "Jeepers Creepers" (id., 2001), película dirigida por Victor Salva, acostumbrado a moverse en territorios presupuestarios de serie B, ejemplo de que, con el tiempo, incluso del cine de terror adolescente se puede obtener algún resultado provechoso para aquellos aficionados al género interesados por la pulcritud con que Salva encarrila su película. Lo que no es de recibo es que en una película de premeditada vocación comercial como esta se pretendan rastrear indicios de un lenguaje nuevo, como se achaca con frecuencia a este tipo de filmes. No deja de ser una verdad de perogrullo que Salva no juega en la misma categoría que, pongamos por ejemplo, Kar-Wai o los hermanos Dardenne.

Así pues, establecidos los límites necesarios para comprender las intenciones de la película y para disfrutarla, lo cierto es que "Jeepers Creepers" promete lo justo y da todo lo que tiene. Sus modestas intenciones la convierten, con todas las de la ley, en un reflejo contemporáneo de lo que en otra época era un cine de evasión (ahora lo es prácticamente todo) de bajo presupuesto, aquellas películas firmadas por ilustres desconocidos como Christy Cabanne o Mark Robson.

El punto de partida es tópico. Si se quiere ver más allá de las probables intenciones de guión y dirección podría leerse una imagen paradigmática de situaciones que el género de terror para adolescentes ("Sé lo que hicisteis el último verano" (I know what you did last summer, Jim Gillespie, 1997), "Scream" (id., Wes Craven, 1995), "Leyenda urbana" (Urban legends, Jamie Blanks, 1998)) ha forjado a lo largo de la pasada década. Una pareja vuelve a su ciudad para un encuentro familiar y sufre un encontronazo con un misterioso personaje que conduce un camión que está a punto de provocar un accidente. Al cabo del tiempo vuelven a encontrarse a este tipo sospechoso arrojando un bulto del tamaño de una persona por una inmensa tubería. ¿Qué hacen los chicos? Se entrometen, naturalmente.

Hay algunas novedades con respecto a películas anteriores de este subgénero casi infame. La primera, el director tiene la decencia de dotar de significado a casi todos sus planos, e incluso anticipa datos que se van conociendo con posterioridad simplemente con un movimiento de cámara o con su emplazamiento. La segunda, el guión. Esa pareja a la que aludía no son dos novios obsesionados con el sexo como ocurre otras veces. Son dos hermanos que se llevan como el perro y el gato. La intención de inclinar esa situación tópica de partida hacia postulados de un fantastique más estimulante se prodigan desde el guiño inicial a "El diablo sobre ruedas" (Duel, Steven Spielberg, 1971) hasta escenas memorables como la de la mujer con la casa llena de gatos.

Pero no se trata, para nada, de nuevas situaciones. Todas resultan casi reconocibles, pero envueltas en una ortografía que evita el hastío de un guión que, por supuesto, tiende al exceso partiendo de una ingenuidad un tanto impertinente. No falta el desenlace abierto que permita secuelas ni tampoco un malvado que, al menos hasta que aparecen los títulos de crédito finales, no ha dado síntomas de debilidad. La lucha entre Bien y Mal que siempre puede entreleerse en este tipo de propuestas también se halla dispuesta para aquellos que quieran verla. Y la victoria del más típico de esos dos bandos tampoco. De momento esperaremos para saber si "Jeepers Creepers" es flor de un día, libertad concedida por el productor ejecutivo Francis Ford Coppola como resultado de sus traumáticas experiencias con otros productores, o que Victor Salva es, efectivamente, un realizador válido para un cine de terror que ansía la nueva oscuridad a través de viejas ventanas que ofrecen títulos como éste o casi todos los de John Carpenter.

© 2001 Rubén Corral

La Butaca

El Demonio
(Jeepers Creepers)


Imagen © 2001

Dirección y guión: Victor Salva.
Países: USA, Alemania.
Año: 2001.
Duración: 90 min.
Interpretación: Gina Philips (Patricia 'Trish' Jenner), Justin Long (Darryl 'Darry' Jenner), Jonathan Breck (Creeper), Patricia Belcher (Jezelle Gay Hartman), Brandon Smith (Sargento David Tubbs), Eileen Brennan (Eliza 'Cat Lady' Malloy).
Producción: Tom Luse y Barry Opper.
Música: Bennett Salvay.
Fotografía: Don E. FauntLeRoy.
Montaje: Ed Marx.
Diseño de producción: Steven Legler.
Dirección artística: Kevin Egeland.
Vestuario: Emae Villalobos.
Decorados: Barbara Peterson.