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Crítica por Mateo Sancho Cardiel Festival de Berlín, 9-Feb-01

A la salida de la proyección, me he encontrado con una italiana que estaba captando las reacciones del público ante esta película. Según me ha contado, en Italia ha tenido una acogida penosa, debido a que la patria de su director, el multipremiado Giussepe Tornatore, no sale muy bien parada en "Malèna", una película agradable para ver, pero que no oculta en ningún momento su vocación de entretenimiento decididamente menor.

Malèna es una bella mujer que paraliza, literalmente, las calles de su pueblo al son de su contundente movimiento de caderas. Su divina belleza embelesa a todo el sector masculino, pero muy en especial a Renato, un niño que vivirá su primer amor a través de las curvas de esta mujer. Narrada en forma de cuento con buenas intenciones, el espectador detecta desde el primer momento la exageración en la narrativa y por eso se le permite unas grandes dosis de inverosimilitud. Sin embargo, esta argucia le sirve a su director para marcar una serie de puntos que han cavado su propia tumba en su país de origen. Pero hay que reconocer que los italianos han sido un poco tercos al lapidar esta película, pues deberían haberse dado cuenta de que, por un lado, es una caricatura social y, por otro, el mensaje es universal. Se nos habla de cuán afilada puede ser la envidia, que al ser colectiva, llega a ser fanatismo. Malèna es criticada como si estuviera vendiendo su cuerpo por el mero hecho de ser bello y pasearlo por el pueblo. Es la eterna cuestión de aquellos que por ser superiores o simplemente diferentes en algún sentido, son marginados. Es la hipocresía de una sociedad que trata de machacar a quienes responden a lo que les gustaría ser, para regodearse en su mal y no darse cuenta de que la porquería que llevan dentro no les va a dejar ser felices en toda su vida.

Estas reflexiones son contadas por el director en clave de comedia al principio, pero hacia el final va cerrando el humor y abre el veto a un terrorífico drama humano. Quizás aquí encontremos uno de los errores de "Malèna", y es que cambia muy radicalmente de género sin dar oportunidad al espectador de prepararse para la tragedia.

Donde sí acierta la narración es en ese retrato del amor no correspondido como el más bello en la juventud. Aquél que sólamente necesita de uno mismo para cobrar vida, sin los impedimentos de enfrenterse a una realidad que luego no responde a la idealización que uno crea en su mente. Es aquí donde el relato encuentra su punto más tierno, y el que finalmente es destacado. Un primer amor que, siguiendo con el tópico, el protagonista nunca olvidará.

Para esta película es evidente que se necesitaba una actriz con gran potencial físico. La elección ha sido perfecta: Monica Belucci está deslumbrante como la protagonista, en un papel que ella sabe hacer a la perfección, puesto que no exige más que la presencia de su cuerpo, apenas tiene dialogos. El resto del reparto está simplemente correcto, salvando el enternecedor trabajo del niño que sigue las andanzas de la protagonista.

En definitiva, es un filme agradable, pero que no deja ninguna huella en el espectador, y mucho menos en un festival en el que se ven varias películas al día. Muy probablemente sea esta crítica realizada in situ lo único (junto a la finísima belleza de Monica Belucci) que de esta película mi mente conserve para la posteridad.

© 2001 Mateo Sancho Cardiel

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Malena
(Malena)

Dirección: Giuseppe Tornatore.
Paises: Italia/USA.
Año: 2000.
Duración: 105 min.
Interpretación: Monica Bellucci (Malèna Scordia), Giuseppe Sulfaro (Renato Amoroso), Luciano Federico (padre de Renato), Matilde Piana (madre de Renato), Pietro Notarianni (profesor Bonsignore), Gaetano Aronica (Nino Scordia), Gilberto Idonea (abogado Centorbi), Angel Pellegrino (secretario político), Gabriella Di Luzio (mantenida del barón).
Guión: Giuseppe Tornatore; basado en una historia de Luciano Vincenzoni.
Producción: Carlo Bernasconi.
Música: Ennio Morricone.
Fotografía: Lajos Koltai.
Montaje: Massimo Quaglia.
Diseño de producción: Francesco Frigeri.
Vestuario: Maurizio Millenotti.
Decorados: Bruno Cesari.
Dirección de producción: Marco Olivieri.