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Crítica por Rubén Corral

Del director Mark Pellington ya conocíamos "Arlington Road" (id., 1998), un thriller que se apuntaba a la moda de prometer más de unos resultados que finalmente arrojaban un balance decepcionante. Era algo más que un presentimiento a falta de corroborar su impersonalidad en la puesta en escena. Con "Mothman, la última profecía" (Mothman, 2001) las sospechas se confirman. Sin embargo, y aunque se trate de una película con una irritante falta de atractivos, no es el último vehículo para lucimiento-linchamiento de Richard Gere una película especialmente desestimable o mediocre.

Sin ir más lejos, uno de los principales escollos para el espectador de cine se encuentra en la enésima repetición de esa molesta estética publicitaria que envuelve el paquete. No obstante, y a diferencia de referentes genéricos -y estéticos- fallidos y/o aburridos como "Stigmata" (id., Rupert Wainwright, 1999) o "Poseídos" (Lost souls, Janusz Kaminski, 2000), la película del honorable Mark Pellington logra ilustrar con una ambientación lúgubre (en algunos instantes recuerda a los escasos momentos interesantes de su anterior película) y un montaje "irregularmente acelerado" cargado de ejercicios de uso de una especie de 'After Effects' a escala industrial, el progresivo declive mental de un protagonista encarnado por Richard Gere que no es capaz de hacer una interpretación aceptable a no ser que se ponga detrás de la cámara algún buen samaritano dictadorzuelo como Robert Altman. Ese envoltorio que, a la postre, es muy seriamente cuestionado por el devenir de la narración (¿caben dudas acerca de si el prestigioso periodista del Washington Post finalmente perdió el norte?), encaja con la propuesta del guión de Richard Hatem. La seriedad de Pellington por una elección tan asequible como la adopción de los clichés de la publicidad actual no debe ser puesta, por lo tanto, en duda -si bien nos debe poner en guardia ante lo que es, y será, un director veleta de mirada estandarizada, intercambiable y escasamente atrayente-.

El guión se basa en una novela basada en hechos reales: los acaecidos en la localidad estadounidense de Point Pleasant en 1966. La noche del 15 de noviembre de ese año, dos jóvenes matrimonios circulaban en un coche por los alrededores de esta pequeña ciudad del Estado de Virginia Occidental cuando vislumbaron, en las cercanías de una antigua fábrica de municiones, una "figura de apariencia humana, pero más grande", alada y con unos cegadores ojos rojos. El conductor trató de huir con su coche a una velocidad de 160 kilómetros por hora, pero el extraño ser levantó el vuelo y los persiguió por el aire, a esa misma velocidad, y sin batir las alas. No casualmente, era la época del primer Batman televisivo y un periodista bautizó al extraño ser volador como "Mothman". Como suele ocurrir con estos hechos paranormales, en poco tiempo, Point Pleasant se hizo famosa por que todos sus habitantes parecían haber sufrido una experiencia inexplicable de similar o mayor calado que el contacto con el "Mothman", un ser que saltó a la fama gracias a John A. Keel, periodista que preparaba un artículo sobre ovnis para 'Playboy' en aquellos días. Keel, que acabaría reflejando en la novela que ha servido de origen a la película los hechos que le relataron los habitantes de Point Pleasant, escuchó estas historias -¿para matar el tiempo?- hasta que se produjo una tragedia en un puente de la ciudad. El 15 de diciembre de 1967 se hundía provocando la muerte a 46 personas. Ya no se volvió a hablar del extraño ser. Hasta la película de Pellington.

"Mothman, la última profecía" es una libérrima adaptación de estos hechos. Dejando al margen triviales variaciones en el nivel discursivo del relato (el guión parece empeñado en dejar claro que los hechos tienen lugar en la actualidad más reciente -tanto es así que hasta George W. Bush ya ha ganado las elecciones presidenciales- o en reducir el número de víctimas del hundimiento del Silver Bridge de 46 a 36), y aunque los títulos de crédito insistan en declarar solemnemente que se trata de una película basada en hechos reales, en realidad el argumento es una libre variación de algunos de los puntos expuestos en la novela de John A. Keel. Es un punto de interés capital en ciertos aspectos de una película que en buena parte concede a los rótulos que abren y cierran el film el poder para inquietar al espectador: una variante del the truth is out there de los "Expedientes X", serie y película con los que "Mothman, la última profecía" guarda abundantes concomitancias. Pese a todo, si la intención de la productora era crear una película de suspense, había mucho más trabajo que hacer más allá de plantar unos rótulos de "basado en hechos reales" o hacer sonar teléfonos cuando están desconectados. En este nivel de la película queda claro que el trabajo de Pellington -la puesta en escena "publicitaria"- está por encima del guión. También es meritoria, a este fin, la partitura firmada por un tal Tomandandy que, además, es insertada con inusitada inteligencia.

La correcta utilización de elementos tan predecibles en su puesta en escena no hace que la película de Pellington sea atractiva, algo que corrobora de paso, una vez más, la importancia del talento en este arte travestido de industria que es el cine. Y es en la divergencia de intereses (entre el discursivo y el estrictamente narrativo probablemente representados por el director y el guionista) el lugar en el que "Mothman, la última profecía" provoca un recuerdo ambiguo, pero mayormente amargo. Al final la relevancia del extraño ser volador, más que criatura terrorífica convertida en una malformación de Casandra, elemento ornamental en el que intentar -y no conseguir- representar una vez más la fuerza del destino, queda muy reducida. Y si el fantasma de una enfermedad paranoica persigue con resultona insistencia al personaje encarnado por Richard Gere, hay que lamentar que la injerencia de Mothman termine por arrastrar la película hacia un lugar indeterminado equidistante entre el género fantástico y el drama de un viudo que debe reponerse a la muerte trágica de su esposa. Un lugar que provoca una impostura y que, desde luego, hace de "Mothman, la última profecía" un título verdaderamente aconsejable sólo a fans impenitentes del protagonista masculino de "Pretty woman". Un resultado muy, muy por debajo de cualquier expectativa, desde luego.

© 2002 Rubén Corral

La Butaca

Mensajero de la Obscuridad
(The Mothman Prophecies)


Imagen © 2002

Dirección: Mark Pellington.
País: USA.
Año: 2002.
Duración: 119 min.
Interpretación: Richard Gere (John Klein), Laura Linney (Connie Parker), Will Patton (Gordon Smallwood), Debra Messing (Mary Klein), Lucinda Jenney (Denise Smallwood), Alan Bates (Alexander Leek).
Guión: Richard Hatem; basado en el libro de John A. Keel.
Producción: Tom Rosenberg, Gary Lucchesi y Gary Goldstein.
Música: Tomandandy.
Fotografía: Fred Murphy.
Montaje: Brian Berdan.
Diseño de producción: Richard Hoover.
Dirección artística: Troy Sizemore.
Vestuario: Susan Lyall.
Decorados: Diana Stoughton.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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