 |
|
|
|
 |
|
||
 |
 |
 |
|
 |
|
||
|
|
|
|
 |
|
||
 |
 |
 |
|
 |
|
||
|
|
|
|
 |
|
||
 |
 |
 |
|
 |
|
||
|
|
|
|
 |
|
||
 |
 |
 |
|
 |
|
||
|
|
|
|
 |
|
||
 |
 |
 |
|
 |
|
||
Crítica por Mateo Sancho Cardiel
Tras su paso por el Festival de Sundance, la esperada película que nos presenta a John Malkovich como primerizo director, “Pasos de Baile”, ha sido recibida con división de opiniones en el Festival de San Sebastián. Haciendo de la irregularidad su más destacable característica, la película deja al espectador algo confundido por la confluencia de gran cantidad de aciertos con muchos aspectos negativos que enmarañan este atractivo proyecto.
Es innegable, en primer lugar, la notoria valentía por parte de Malkovich para no amilanarse por la inexperiencia y afrontar un difícil filme debut, pues aborda sin complejos y sin elegir el camino más corto para una historia de gran complejidad, con la necesidad de una estricta ambientación para comprender la densidad temática que alberga en sus dos horas y cuarto de metraje. Adaptación de la novela de Nicholas Shakespeare, “Pasos de Baile” parte de un esbozo argumental tremendamente interesante: la difícil supervivencia del rigor y la honestidad en un ambiente tan poco propicio como Perú en pleno auge de Sendero Luminoso, indiscutible aunque no reconocida referencia. Es allí donde Agustín Rejas, un antiguo abogado que ahora ejerce de policía, tratará de llevar a cabo con métodos lícitos una investigación del líder de todo el movimiento revolucionario, Ezequiel, que inquieta a unas autoridades no menos corruptas. Entre los dos fuegos del poder verídico y los grupos reivindicativos, Rejas, haciendo equilibrismos, intentará realizar su trabajo con escrúpulo, a lo que no ayudará su historia de amor con Yolanda, una sensual profesora de baile. Este particular héroe se desenvuelve en un contexto social que resulta crucial para el desarrollo de esta película, y en su minuciosa descripción, Malkovich renuncia a marcar un ritmo ágil en la narración.
Arropado por una producción europea, principalmente española, se rinde ante los cánones del cine independiente, con una cámara inquieta, veraz y polémica que hace pocas concesiones a un público que otorga su atención con intermitencia. Su trabajo es correcto, a veces sorprendente, puesto que se vislumbra notable conocimiento del lenguaje visual, mientras que controla con extraordinario acierto un rodaje que se adivina complicado, con secuencias de gran impacto, y que no se desmorona en su parte técnica en ningún momento. No se puede decir lo mismo, sin embargo, de la línea argumental. A pesar de su loable compromiso y de su vocación de denuncia, que alcanza un insólito punto de objetividad, las ambiciones de la novela no encajan en su traslación cinematográfica y acaban por desbordar un guión que, finalmente, resulta disperso y, por momentos, hasta aburrido. Quizá por la ser una adaptación del propio autor, el texto no sabe condensar lo fundamental y recrea pasajes superfluos que crean un conjunto algo reiterativo. La descripción de personajes resulta, por otro lado, escasa y, a veces, engañosa, como en el caso del personaje de Laura Morante, aunque las interpretaciones, tanto de ella como del resto del reparto son, eso sí, impecables. Resulta un placer recuperar a Javier Bardem en ese fantástico equilibrio que ha encontrado dentro de su inconmensurable talento. Una vez más, deslumbra dentro de un personaje muy diferente a lo que hemos visto en él previamente, al igual que un Juan Diego Botto que confirma la teoría de que sólo resulta convincente si cambia su dicción habitual.
Así, hay que acabar diciendo que “Pasos de Baile” es, pese a todo, una película cuyo visionado es recomendable gracias a unas intenciones que sobreviven a unos resultados menores pero correctos. Compleja y arriesgada, es una propuesta de indudable e inusual interés global.
© 2002 Mateo Sancho Cardiel
Imagen © 2001
.