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Crítica por Julio Rodríguez Chico

En su opera prima, la actriz Laetitia Colombani nos sorprende con una película que mantiene un buen pulso narrativo y una cuidada elaboración, y que comienza como una comedia rosa para transformarse a mitad de metraje en un thriller. Deudora del suspense de "El sexto sentido", la directora francesa también ha pedido a la prensa que no se descubra el final de la historia, que obliga al espectador a hacer una relectura de lo que ha visto hasta entonces –algo que ya ha tenido que hacer en varias ocasiones–, con un guión muy trabajado en cinco versiones anteriores a la definitiva.

Los primeros planos de flores y corazones dejan ver el mundo en que se mueve Angélique, una joven estudiante de Bellas Artes e imaginación desbordante que está apasionadamente enamorada de Loïc, un cardiólogo casado y a punto de ser padre. La cámara se mueve con rapidez, abundan los primeros planos y el color rojo, todo para trasmitir la energía y el vitalismo de ese amor loco de la adolescente, para quien no existe obstáculo que frene ese ansia por vivir junto a su príncipe azul.

Un espectador poco paciente abandonaría al instante la sala y se quedaría con la idea de que ha dejado de ver un pastel insulso y banal. Si continúa en la butaca, verá cómo un giro sorprendente muestra la otra cara de la moneda, experimentará cómo es colocado en otro ángulo de la sala de cine para descubrir una nueva y vieja historia, contemplada ahora desde un punto de vista distinto –el de Loïc–, más frío y objetivo, con el azul como tonalidad dominante en la fotografía, y con un clima más sosegado en el montaje.

Dos visiones, dos amores, dos estéticas cinematográficas, y en cambio una sola realidad. Una interesante y arriesgada estructura narrativa, que hace discurrir la historia en un in crescendo, con sorpresas que culminan en un epílogo inquietante, y con un inteligente uso de la ambigüedad del lenguaje en los diálogos. La puesta en escena es detallista, con abundantes objetos simbólicos y apuntes que en nada obedecen a la improvisación sino que juegan su papel en la creación de dos universos tan distintos como irreconciliables: cada elemento visto en la primera parte actúa como una pieza de rompecabezas que adquiere su sentido en su continuación.

Es acertado el trabajo de casting, especialmente en la elección de Audrey Tautou para el papel de la adolescente enamorada, y así aprovechar la imagen dulce y el tirón logrado en "Amélie". Por su parte, el tratamiento fotográfico logra su propósito de reflejar calidez o frialdad, subjetividad u objetividad en cada una de las partes, sin recurrir a filtros o trabajos de laboratorio.

Película que da más de lo que en un principio promete, entretenida y vistosa, con un punto de suspense progresivo, y que suscita algunas reflexiones sobre la realidad objetiva y aquélla que cada uno vivimos –unas veces tan próximas, otras tan distantes–, y que nos invita a no quedarnos en lo aparente ni a huir a otros mundos de fantasía.

© 2002 Julio Rodríguez Chico

La Butaca

Sólo te Tengo a Ti
(A la folie... pas du tout)


Imagen © 2002

SÓLO TE TENGO A TI
(A la folie... pas du tout)

Dirección: Laetitia Colombani.
País: Francia.
Año: 2002.
Duración: 95 min.
Interpretación: Audrey Tautou (Angélique), Samuel Le Bihan (Loïc),
Isabelle Carré (Rachel), Clément Sibony (David), Sophie Guillemin
(Héloïse), Eric Savin (Julien), Michèle Garay (Claire Belmont), Elodie
Navarre (Anita), Catherine Cyler (Jeanne), Mathilde Blache (Léa),
Charles Chevalier (Arthur).
Guión: Laetitia Colombani. Con la colaboración de Caroline Thivel.
Producción: Charles Gassot.
Música: Jérôme Coullet.
Fotografía: Pierre Aïm.
Montaje: Véronique Parnet.
Diseño de producción: Jean-Marc Kerdelhue.
Vestuario: Jacqueline Bouchard.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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