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Crítica por Miguel Á. Refoyo

La taumaturgia del espectáculo llevada a la megalomanía visual ha sido, desde sus primeros y exitosos productos encaminados a reventar taquillas, el principal y más persuasivo objetivo de un productor como el peculiar Joel Silver, preponderante paladín del cine espectáculo actual que llevó sus intenciones hasta el paroxismo de la virtuosidad con la iluminación del género de ciencia-ficción 'The Matrix'.

En una dinámica muy pareja a la de Silver, se sitúa el director Dominic Sena, un mago de la estética publicitaria que vio coronada su visual forma de trabajar con su llegada al Hollywood más comercial. Es entonces cuando se muestra como un ejercitado cineasta con filmes de impecable factura visual como lo son 'Rhythm Nation 1814', 'Kalifornia' y la dinámica '60 segundos'.

Tanto productor como director estaban predestinados a ensamblar sus fuerzas para un mismo objetivo: desplegar su ambición de cine espectáculo en una cinta cimentada por y para una voluminosa recaudación en la que el propósito fuera la distracción y diversión de un público representativo y concreto. Sena es un cineasta impulsivo, con un sensacional sentido del ritmo que acaba perdiéndose en el frenetismo de unos planos difícilmente ininterrumpidos y mareantes.

En 'Operación Swordfish' este sagaz genio del espectáculo logra someter en un reducido tiempo de película ese talante exaltado, enfatizado por sus habituales dosis de empacho 'videoclipero', para sustituirlo aquí por un equilibrio visual que deja el esperado despliegue de su manifiesta eficacia del espectáculo en cuatro secuencias de fragoso montaje, de acción pura y dura. De nuevo, al igual que en varias producciones con el denominado e ignorado estereotipo de 'cine de acción', 'Operación Swordfish' hay que hacerse una seria y nada baladí cuestión moral ¿estos multitudinarios 'hits' que coinciden con el gran público nos da como resultado una temeraria conclusión en la que el espectador es gilipollas o es que, por el contrario, el sector literario cinematográfico no tiene un conocimiento exacto de este género para denigrarlas de tal manera?

Lo que sí es cierto es que, a pesar del intento fructuoso de Sena de darle un grado de integridad a este cine, la urdimbre de 'Operación Swordfish' arranca de una forma tan inconsistente como su desarrollo y resolución. En esta ocasión, pareja al vivaz libreto de '60 segundos', se cuenta la agitada vida de Gabriel Shear (un efectivo Travolta), un peligroso y austero villano que lucha desde una 'particular' visión contra el terrorismo. Para ello necesita entrar en el mundo de los 'firewalls' y los hackers informáticos, por lo que chantajea a Stanley Jobson (el ascendente Hugh Jackman) para conseguir sus objetivos.

Pero lo que el guionista Skip Woods propone no es lo que parece y la intención de darle un fondo interrogante a tan infecundo resultado se queda en mero trámite para que Sena demuestre su talento genérico. De nuevo los personajes son lineales, las subtramas previsibles y circunscritas a una condición de dramatismo innecesaria y las situaciones no hacen más que inflar lo que en realidad glorifica a estos productos de 'fast food' cinematográfica. Es decir, el empaque y la elegancia de Dominic Sena se unen al derroche visual de Silver para saturar la pantalla de acción, persecuciones, disparos, explosiones y una amplificada puesta en escena que convierten lo inicuo en adrenalítico, donde las contraposiciones conceptuales del cine de acción se unen y se disipan en una cinta de simplificación a cualquier nivel de pretensión.

Los efectos especiales y su diseño 'action chic' son aquí la excusa para encubrir un argumento que carece de cualquier coherencia y profundidad. Acto que nunca se camufla, que se deja ver desde el espléndido monólogo de Travolta acerca de Hollywood y su corrección política. El refrescante divertimento 'techno visual' de Sena destapa sus cartas nada más originarse la acción con la digitalización de una explosión en la que muere una inocente rehén a manos de unos ineptos policías. Es cuando el 'target' queda al descubierto: 'Operación Swordfish' es una película que ofrece la posibilidad de asistir a la identidad del 'blockbuster', al designio netamente comercial del divertimento. Con varios momentos de innegable factura técnica y dotada de muchos tramos de incuestionable fuerza visual y estética, esta veraniega y efímera obra aporta un interesante 'tour de force' con el actual cine espectáculo, siguiendo las normas de un género en el que el fondo está al servicio de la fuerza espectacular de sus estilizadas imágenes. A todo esto no es ajeno Hugh Jackman (con una fuerza física y atractivo ideal para darle heroísmo a un perdedor) y sin duda la presencia sexualmente poderosa de la belleza afroamericana más perturbadora de la historia del cine, una Halle Berry que aporta con su 'sex appeal' lo mejor de esta intrascendente cinta.

Cabe destacar algún que otro retazo de incorrección atípico en esta tipología cinematográfica. Ya sea en la oscura vida del intrépido antihéroe con ex mujer casada con director porno que es chantajeado mientras una bella señorita de pechos exuberantes le practica una felación, así como un discurso final tan absurdo como un desenlace que llega sin que el espectador se dé cuenta.

El gran mérito, por tanto, de ''Operación Swordfish' es su dinamismo, su espectáculo y su alejamiento de todo tipo de complicación para recurrir a los sinapismos del género que hacen de esta 'summer movie' una gran oferta para los que buscan una exhalación de adrenalina para apagar entre refrescos y palomitas.

© 2001 Miguel Á. Refoyo

La Butaca

Operación Swordfish
(Swordfish)


Imagen © 2001 Warner Bros.

Dirección: Dominic Sena.
País: USA.
Año: 2001.
Duración: 99 min.
Interpretación: John Travolta (Gabriel Shear), Hugh Jackman (Stanley Jobson), Halle Berry (Ginger Knowles), Don Cheadle (agente A.D. Roberts), Vinnie Jones (Marco), Camryn Grimes (Holly Jobson), Sam Shepard (senador Reisman), Rudolf Martin (Axel Torvald).
Guión: Skip Woods.
Producción: Joel Silver, Jonathan D. Krane y Paul Winze.
Coproducción: Skip Woods y Dan Cracchiolo.
Música: Christopher Young y Paul Oakenfold.
Fotografía: Paul Cameron.
Montaje: Stephen E. Rivkin.
Diseño de producción: Jeff Mann.
Dirección artística: Geoff Hubbard, Andrew Laws y Jeff Wallace.
Vestuario: Ha Nguyen.
Decorados: Jay Hart.