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Crítica por Leandro Marques

En su segundo filme, Abre los ojos, de 1997, el director español Alejandro Amenábar imaginó un mundo en el que los sueños y la realidad se entrecruzaban hasta límites casi intolerables. Esa película sirvió para consolidar al realizador luego del éxito de su primer largometraje, Tesis, y como premio extra, le abrió las puertas del mercado más importante del mundo. Los otros, protagonizada por Nicole Kidman y producida por un importante estudio hollywoodense, es el reflejo del auspicioso rumbo que tomó la carrera del joven cineasta.

Tom Cruise fue uno de los tantos hechizados por la oscura y tensionante atmósfera que irradia Abre los ojos. Pero fue el único, junto a la productora Paula Wagner y al director Cameron Crowe (que ya había dirigido a la estrella en Jerry Maguire), que tuvo la idea de llevar a la pantalla grande una copia casi fiel de la cinta española. Así se concibió Vanilla Sky, la remake, o especie de tributo, de la gran película de Amenábar.

Sólo algunos cambios caracterizan a la historia en relación a la anterior. En lugar de Madrid se lleva a cabo en Nueva York. Y Tom Cruise es el protagonista en reemplazo de Eduardo Noriega. Por su parte, Penélope Cruz cumple exactamente el mismo rol que en la cinta de Amenábar, aunque esta vez encarna a una bella bailarina y no una estatua humana que gana sus monedas en una plaza. Tampoco puede obviarse la siempre atractiva presencia de Cameron Diaz, que en esta ocasión interpreta el papel de la villana responsable de todas las penurias que sufre el protagonista principal de la película.

David (Cruise) tiene todo aquello que cualquiera desearía tener: plata, mujeres, poder. Maneja una Ferrari y se lleva el mundo por delante. Consigue todo lo que quiere. Cuando su mejor amigo le confesó que Sofía (Cruz) podía ser la chica de su vida, ya era tarde. David se había decidido a conquistarla. Y como siempre, llevó a cabo su misión. Aunque esta vez no parecía ser como siempre, esta vez, al fin, David creyó haber encontrado una mujer a quien poder amar de verdad. Pero claro, no todo son rosas en la vida, ni siquiera en la vida de alguien como David, y un trágico accidente cambiará para siempre su vida...

Crowe, que también reescribió el guión, decidió alivianar la complejidad de la trama y aflojar la permanente tensión que desborda en la película original sin cambiar sus rasgos esenciales. Fiel al estilo rockero que imprimió en su maravillosa Casi famosos, otorgó gran preponderancia a la banda de sonido que acompaña a la mayoría de las escenas del filme. Si bien la elección de temas es excelente, estos parecen cumplir con la función de apaciguar el oscuro espesor dramático de cada secuencia de la historia. Además -es imposihle dejar de lado la comparación con la versión original-, es evidente el intento del director por emprolijar el hilo argumental, lo que lo lleva a tener que explicar casi pedagógicamente lo que en Abre los ojos sólo se sugería.

Vanilla Sky es más que recomendable para aquéllos que no vieron la versión original. Conduce a la apasionante exploración por un mundo gobernado por los patrones de la apariencia y la codicia, cuyos individuos están dispuestos a todo para poder evadirse de la angustia, del dolor, del sufrimiento. Dispuestos hasta a hacer desaparecer su cuerpo, y a dejar que sus pensamientos sean controlados y manipulados por un grupo de técnicos especializados.

Para aquéllos que disfrutaron de Abre los ojos, el asunto será más complicado. En Vanilla Sky, el rol del espectador sufre indudablemente un desplazamiento, por lo que resulta más difícil conectarse y adoptar una posición activa. Casi no hay lugar para la sorpresa, dado que son escasos los giros de la trama, e incluso los planos, que no coinciden con los de la versión original. Tampoco será fácil volver a percibir aquella atmósfera turbia y perturbadora. Pero no hay que pecar por exigente, en definitiva, ésta es una película producida fundamentalmente para los que no vieron la otra. Para los que lo hicieron, se trata casi de ver lo mismo con otros actores, música diferente, y algunos ángulos de cámara novedosos. Aunque claro, pocas veces el discípulo puede superar al maestro.

© 2002 Leandro Marques

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Vanilla Sky
(Vanilla Sky)


Imagen © 2001

Dirección: John Moore.
País: USA.
Año: 2001.
Duración: 105 min.
Interpretación: Owen Wilson, Gene Hackman, Joaquim de Almeida, David Keith, Olek Krupa, Eyal Podell, Elizabeth P. Perry, Travis Fine, Shane Johnson, Gabriel Macht, Vladimir Mashkov.
Guión: David Veloz y Zak Penn; basado en una historia de James Thomas & John Thomas.
Producción: John Davis.
Música: Don Davis.
Fotografía: Brendan Galvin.
Montaje: Paul Martin Smith.
Diseño de producción: Nathan Crowley.