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Crítica por Joaquín R. Fernández

Ya me imagino las maldiciones que lanzará gran parte de la crítica europea tras visionar "Cuando Éramos Soldados", nueva ilustración cinematográfica de una guerra, la de Vietnam, que marcó profundamente a la sociedad estadounidense de los sesenta y setenta. Reconozco que la cinta de Randall Wallace no oculta su risible patrioterismo en buena parte de su metraje (los protagonistas casi se pasan tanto tiempo rezando como luchando), pero juzgarla únicamente por su previsible ondear de banderas o por su manipulador final (la aparición de los nombres de los soldados americanos caídos en la batalla descrita en el filme), resulta cuando menos exagerado.

Porque, vale, Wallace quiere rendir homenaje a todos los compatriotas que fenecieron durante la primera gran contienda de los Estados Unidos en Vietnam, pero lo hace a través de una mirada que llora ante lo incomprensible de la guerra. No hay ensañamiento con los enemigos, a los que se respeta, no hay una descripción fría y racista de los vietnamitas, sino que se les dibuja de igual forma que a los estadounidenses (aunque, como es de prever, con menos ardor). Quien piense que "Cuando Éramos Soldados" es una de esas producciones bélicas que animan a los más jóvenes a alistarse en el ejército... está totalmente equivocado. Tras la tópica y algo insustancial presentación de personajes, Wallace nos sumerge en un horror de sangre y muerte, una sucesión de batallas y bombardeos que se escenifican de forma cruda ante nuestros asustados ojos. Esto no es "Cuando Hierve la Sangre", donde Frank Sinatra se iba de "vacaciones" a la India mientras mataba a japoneses y chinos, sino un contundente drama que, cuando finaliza, deja un incómodo pesar en el espectador.

Aparte de la brillantez de algunas de sus secuencias bélicas (salvo las nocturnas, demasiado estereotipadas), Wallace expone con acierto la angustia de aquéllos que parten a combatir y la de sus familias (ver la última noche que los protagonistas pasan en sus casas), aparte de mostrar el dolor de las esposas que se quedan en el hogar y que conocen el fallecimiento de sus maridos a través de una simple carta. Son esos detalles los que hacen digno el filme y los que mitigan el infantil patrioterismo de algunos de sus pasajes. La imagen de los solados que no tienen palabras para describir a los periodistas lo que han vivido en el frente o el desesperado llanto del coronel Moore al percatarse de que sólo hay una derrota en su victoria, pues decenas de sus hombres han fallecido a su lado, demuestran nuevamente que no nos hallamos ante una vulgar glorificación de unos militares que, como se dice en la película, no luchaban por su país, sino por ellos mismos, por su supervivencia.

Respecto a los actores, Mel Gibson es el que lleva el verdadero peso del filme, todo se supedita a él. Interpreta a un hombre familiar y religioso (no sólo reza con sus hijos, sino también con alguno de sus soldados) que, a pesar de su incuestionable capacidad de mando, dudará en algunos momentos si sus decisiones son las correctas. Gibson se ve acompañado por un estupendo Sam Elliott (el rudo sargento mayor Plumley) y por una serie de actores secundarios que, dada la brevedad de sus papeles, apenas pueden desarrollar sus personajes (la acertada Madeleine Stowe; los correctos Greg Kinnear y Barry Pepper; y el casi invisible Chris Klein, que ni siquiera tiene tiempo de hacerlo mal).

Nick Glennie-Smith construye una partitura escasamente original que, sin embargo, cobra fuerza en determinados fragmentos del filme. Tras un típico comienzo repleto de marchas militares, su música se adapta luego al dramatismo de la puesta en escena del director (ver la escena en la que los protagonistas esperan la llegada del amanecer que los llevará a Vietnam), y ello a pesar de que algunos de sus temas parecen descarados calcos de otras obras de Hans Zimmer y Mark Mancina (de hecho, casi parece que estemos escuchando la pieza de amor de "Speed").

© 2002 Joaquín R. Fernández

La Butaca

Fuimos Héroes
(We Were Soldiers)


Imagen © 2002

Dirección: Randall Wallace.
País: USA.
Año: 2002.
Duración: 138 min.
Interpretación: Mel Gibson (Teniente Coronel Hal Moore), Madeleine Stowe (Julie Moore), Greg Kinnear (Comandante Bruce Crandall), Sam Elliott (Sargento Mayor Basil Plumley), Chris Klein (Teniente Segundo Jack Geoghegan), Barry Pepper (Joseph L. Galloway), Keri Russell (Barbara Geoghegan), Ryan Hurst (Sargento Ernie Savage), Jsu Garcia (Capitán Tony Nadal), Marc Blucas (Teniente Segundo Henry Herrick).
Guión: Randall Wallace; basado en el libro de Harold G. Moore y Joseph
L. Galloway.
Producción: Randall Wallace, Bruce Davey y Stephen McEveety.
Música: Nick Glennie-Smith.
Fotografía: Sean Semler.
Montaje: William Hoy.
Diseño de producción: Thomas E. Sanders.
Dirección artística: Daniel T. Dorrance, Kevin Kavanaugh y James F.
Truesdale.
Vestuario: Michael T. Boyd.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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