Mystery Science
Theater 3000: The Movie
Cannibal Women in the Avocado Jungle of Death
Monty Python
and the Holy Grail
Killer Klowns
From Outer Space
Beyond the Valley
of the Dolls
Dirigida
por Roy Ward Baker
Escrita por Nigel Kneale
Editada por Spencer Reeve
Elenco:
James Donald .... Dr. Mathew Roney
Andrew Keir .... Prof. Bernard Quatermass
Barbara Shelley .... Barbara Judd
Julian Glover .... Col. Breen
Duncan Lamont .... Sladden
Bryan Marshall .... Capt. Potter
Peter Copley .... Howell
Uno de mis personajes literarios favoritos es el Profesor Challenger, creado por Sir Arthur Conan Doyle, quien a pesar de ser más conocido por los cuentos de Sherlock Holmes, también escribió abundante ciencia ficción, muchas veces centrándose en el violento, terco y pedante, pero tremendamente inteligente y tenaz Profesor Challenger. Y es mi teoría que cuando el notable guionista Nigel Kneale escribió una serie de ciencia ficción para la televisión británica a fines de los 50s, se inspiró en Challenger para crear al Profesor Bernard Quatermass.
Esa
efímera serie televisiva (Quatermass I, II y III) tuvo gran éxito
a pesar de tocar temas profundos y de mostrar mucha mayor inteligencia que
los fáciles dramas y comedias de la época. Por ello, cuando
el venerable estudio Hammer Films decidió a fines de los sesentas expandir
un poco su repertorio (hasta entonces rico en terror y suspenso), recordó
a Quatermass y a los brillantes guiones de Kneale. Y así, sin mucha
fanfarria, se realizó una de las mejores películas de ciencia
ficción del siglo XX: "Quartermass and the Pit".
Un
año antes de la seminal "2001", de Kubrick, el famoso director
Roy Ward Baker y el mencionado guionista Nigel Kneale presentaron una historia
de ciencia ficción madura e inteligente, que se atrevió a proponer
conceptos que, aunque firmemente establecidos en la fantasía, parecían
reales gracias al serio tono y a la bien fundamentada estructura de la película.
La acción
comienza a fines de los sesentas, en el barrio de Hobb's End, en Londres,
donde las excavaciones del tren subterráneo se ven interrumpidas cuando
se encuentran varios esqueletos humanoides, los cuales son examinados con
gran entusiasmo por el Dr. Roney (James McDonald) y su asistente, la guapa
Barbara (Barbara Shelley). La considerable antigüedad de los esqueletos
(5 millones de años) podría revolucionar la arqueología
moderna, pues prueba que el hombre, o
al menos sus ancestros inmediatos, caminaban en la Tierra mucho antes de lo
que se suponía. Pero el estudio de los fósiles tiene que detenerse,
pues en la excavación se ha encontrado otra cosa... una estructura
metálica, que inmediatamente es identificada como una bomba alemana
de la Segunda Guerra Mundial que no estalló. La milicia, encabezada
por el irritante Coronel Breen (Julian Glover) llega a desmantelar el supuesto
explosivo, sólo para descubrir que no hay modo de cortar el metal,
ni de abrir la "bomba". Entonces acude el famoso científico
Bernard Quatermass (Andrew Keir), quien luego de un somero análisis
asombra a todos al asegurar que el tubo metálico no es una bomba, ¡sino
una nave extraterrestre! Desde luego nadie le cree, pero cuando ciertos extraños
sucesos empiezan a ocurrir alrededor de la excavación, se hace evidente
que será necesario tomar una actitud un poco menos ortodoxa para analizar
el curioso objeto. Finalmente, más por azar que por destreza, los militares
abren la nave, encontrando los cadáveres de sus enigmáticos
tripulantes... marcianos insectoides. Quatermass se da a la tarea de analizarlos,
y descubre que vinieron a la Tierra al mismo tiempo que aparecieron los proto-humanos
que investigaba el Dr. Roney, llevando a Quatermass a especular que los marcianos
estaban influyendo en la evolución humana para sus particulares propósitos.
Más aún, la presencia psíquica de los insectoides se
siente aún en los alrededores de la nave,
en
ocasiones poseyendo humanos y creando disturbios físicos y mentales.
La zona de Hobb's End ha tenido fama desde hace siglos por los eventos paranormales
que en ella se registran, y Quatermass intuye que tales eventos son consecuencia
de la influencia psíquica de los marcianos sepultados durante millones
de años. Desafortunadamente, al abrir la nave, esa influencia se hace
mucho más fuerte, y en poco tiempo la población de Londres empieza
a mostrar síntomas de posesión alienígena, lo que lleva
a un clímax en el que Quatermass y Roney deben enfrentarse a una monstruosa
manifestación de la energía psíquica marciana que amenaza
con destruir la mente de la humanidad... o tal vez apoderarse de ella.
Una
de las virtudes de esta película es que lo que comienza como una simple
investigación en un objeto extraterrestre culmina con una épica
batalla entre el bien y el mal; pero en la tradición del escritor Kneale,
tales conceptos son interpretados por el frío ojo de la ciencia. La
apariencia demoníaca de los insectoides marcianos sugiere que la religión,
particularmente la imagen del demonio, proviene de la memoria racial que los
humanos tenemos de nuestros ancestros marcianos. Y los bajos instintos que
asolan a la humanidad no son sino el efecto de la influencia que nuestros
"padres" extraterrestres tuvieron en nuestra evolución.
Ideas
de esta envergadura no eran muy comunes en la ciencia ficción de los
sesentas (más ocupada con chicas en vestidos plateados y veladas advertencias
contra el comunismo), por lo que "Quatermass and the Pit" no tuvo
mucho éxito durante su estreno. Un año más tarde, cuando
debutó en los Estados Unidos (bajo el incoherente nombre de "Five
Million Years to Earth") sufrió un destino similar, y desafortunadamente
eso la relegó a los polvorientos estantes de las bodegas de Hammer.
Sin embargo, cuando el éxito de cintas más cerebrales de ciencia
ficción durante los setentas (como la mencionada "2001",
"El Planeta de los Simios", "Zardoz" y "Silent Running")
demostraron que el público estaba listo para aceptar ideas innovadoras
en el cine fantástico, "Quatermass and the Pit" gozó
de una nueva vida como cinta de culto, gracias al incipiente mercado televisivo
y de video.
Hoy en día, se ha hecho justicia a esta brillante película, pues es ampliamente considerada como una de las mejores muestras del estudio Hammer, y una de las joyas perdidas de la ciencia ficción, que evoca una época en la que los efectos especiales de baja calidad eran casi una marca de honor, pues los realizadores no se preocupaban tanto por impresionar al público con huecas imágenes, sino con sólidas e interesantes ideas que expandían la mente e invitaban a considerar que, cuando especulemos sobre la vida extraterrestre, no necesariamente debemos mirar hacia las estrellas, sino hacia nosotros mismos.
Gracias
a Eccentric Cinema por las imágenes
que acompañan este artículo.