Chicago, por Pablo

Aunque me han gustado mucho algunas películas musicales ("The Rocky Horror Picture Show", "Fame", "The Phantom of the Paradise", "Jesus Christ Superstar"), no me considero fanático de este género. Por lo general lo encuentro demasiado forzado y narrativamente desbalanceado, pues es fácil descuidar la trama a favor de la música y viceversa.

Sin embargo, "Chicago" me pareció muy interesante por el modo en que trata de evitar estos tropiezos. Y si bien el resultado final no es perfecto, al menos ha demostrado que se invirtió gran cuidado y esfuerzo en sortear esos inherentes obstáculos.

La trama de la cinta está firmemente basada en un período de la historia norteamericana que no es muy distinto al que experimentamos actualmente. En Chicago, durante la década de los veintes, la industria del placer estaba en su apogeo; la corrupción contaminaba todos los niveles de la sociedad y los medios de comunicación manipulaban la opinión pública al grado de definir la realidad, casi siempre para beneficio de los ubicuos intereses económicos y políticos que mejor pagaran. ¿Suena conocido? En este entorno ocurre un sonado escándalo... En un arranque de ira, la tímida aspirante a corista Roxie Hart (Renée Zellweger) asesina a su amante, y es encarcelada. En presidio conoce a Velma Kelly, legendaria figura del espectáculo a quien Roxie admiraba, y quien tuvo la mala suerte de caer en prisión debido a un similar crimen pasional. Pero Velma tiene un plan... el notorio abogado Billy Flynn prometió liberarla, y cuando Roxie se entera de esto, ruega al abogado que tome su caso. Él acepta, pero advierte que el único modo de sacarla de presidio es hacerla famosa. Así comienza una carrera por la atención de las masas, que están encantadas con las tragedias (reales e imaginarias) de Roxie.

Una de las cosas que no trago en los musicales es la forma en que las canciones se incorporan a la narrativa. En la mayor parte de los casos el proceso es torpe y forzado, y en sus peores momentos distrae tanto que la obra pierde cohesión, y la música parece interrupción de la trama o la trama parece interrupción de la música. Pero el director Rob Marshall (coreógrafo de profesión) ha encontrado un método bastante apropiado para presentar los números musicales. No es del todo exitoso, pero definitivamente es una mejoría. Lo que hace, es poner los números musicales en un plano estilístico distinto; los bailes y canciones tal vez están en la imaginación de Roxie; o tal vez están en la imaginación del público. El caso es que al combinar escenas dramáticas convencionales con la secuencia musical, se logra una suerte de híbrido que convierte a los personajes en narradores y al público (nosotros) en cómplices del truco.

Supongo que, obviamente, un musical vive o muere por sus canciones. En lo personal, no me gusta mucho la música de "Chicago", ni las coreografías (con un par de excepciones, como el tap de Richard Gere). No digo que sean malas (¿qué se yo de eso?), sino simplemente que no fueron de mi agrado. Y es un tributo a los hábiles actores y al valeroso director que a pesar de eso encontré "Chicago" bastante entretenida e interesante.

Eso es lo mejor que puedo decir de esta película. Los actores son muy competentes y es evidente que tienen gran pasión por el material. Tal vez "Chicago" y "Moulin Rouge!" (en mi opinión enormemente superior) señalan un renacimiento del musical. Si es así, ambas representan muy buenas variaciones de la tradicional fórmula, que exitosamente conjuga el espectáculo visual contemporáneo con el estilo y exhuberancia del clásico material musical. La puedo recomendar como muy interesante experimento, y supongo que los fans de la obra estarán encantados. Yo no lo soy, y sin embargo disfruté moderadamente de la cinta.

Calificación: 8

Pablo

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Chicago (Chicago)

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