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Harry Potter y el Cáliz de Fuego
(
Harry Potter and the Goblet of Fire)
Warner Bros., 2005
157 minutos

Dirigida por Mike Newell
Escrita por Steven Kloves, basado en la novela de J.K. Rowling
Editada por Mick Audsley

Elenco:
Daniel Radcliffe .... Harry Potter
Emma Watson .... Hermione Granger
Rupert Grint .... Ron Weasley
Brendan Gleeson .... Alastor Moody
James Phelps .... Fred Weasley
Oliver Phelps .... George Weasley
Bonnie Wright .... Ginny Weasley
Robert Pattinson.... Cedric Diggory
Stanislav Ianevski .... Viktor Krum
Clémence Poésy .... Fleur Delacour
Ralph Fiennes .... Lord Voldemort

Imagen © 2005 Warner Bros.

Sé que probablemente estaré en la minoría al decir que "Harry Potter y el Cáliz de Fuego" me pareció inferior a la cinta previa, "Harry Potter y el Prisionero de Azkaban".

La razón es muy sencilla: no hay una trama fluida, sino sólo un desfile de escenas (impresionantes, sin duda) con vagas relaciones entre sí, que fláccidamente nos llevan a la débil conclusión. En muy contados momentos sentí el "impulso narrativo" que, según creo, es esencial para cualquier película... esa casi indescriptible sensación que nos envuelve en la historia y que nos hace partícipes de las experiencias de los personajes.

Tampoco digo que "Harry Potter y el Cáliz de Fuego" sea mala. Lejos de ello, es una cinta entretenida, técnicamente pulida y con suficiente vida como para hacernos pasar un rato (un rato laaaargo) suficientemente agradable. Pero, me atrevería a decir que el veterano Mike Newell (cuya carrera abarca cinco décadas, así que figuren su edad) no fue la mejor opción para encargarse de llevar a la pantalla el cuarto libro de Harry Potter. Y desde luego esa culpa se comparte con Steve Kloves, el guionista que tuvo la nada envidiable tarea de adaptar el enorme libro de casi 700 páginas a un guión de dos horas y media.

Esta combinación creativa nos ha dado una película que lleva un ritmo demasiado rápido, tratando de dividir su tiempo en dos objetivos distintos y a veces opuestos: cumplir con los requerimientos de la trama, y al mismo tiempo mostrar personajes y escenas que quizás sean superfluos dentro de la narrativa, pero que los fanáticos del libro esperan ver. El resultado es una inestable mezcla que, paradójicamente, avanza a gran velocidad, pero que aún así se siente torpe y confusa.

Supongo que esta es una queja un poco injusta, pues sólo deja dos opciones: llevar fielmente el libro a la pantalla y aguantarse con una película de ocho horas... o re-escribir la trama completa, eliminando a diestra y siniestra muchos de los personajes y escenas que adoran los fans, para recrear la narrativa según los requerimientos de una cinta de hora y media. Pero en vista del fenómeno cultural que han representado los libros de Harry Potter, escritos por Joanna K. Rowling, es obvio que ninguna de las dos opciones sería comercialmente viable, lo que nos deja un precario acto de malabarismo en el que se balancean la expectativas de los aficionados contra una trama sólida y fluida. Desafortunadamente en más de una ocasión alguna de las dos cae estrepitosamente.

La trama de la película (basada en el libro que probablemente sea el mejor de la serie hasta el momento) sigue tres historias interconectadas: el resurgimiento de los discípulos de Lord Voldemort (Ralph Fiennes); una competencia entre tres magos (o en este caso, cuatro) representantes de las principales escuelas de magia de Europa; y los vaivenes emocionales y románticos de los tres protagonistas, enfrentándose a algo que ni la magia puede resolver: la adolescencia.

Y es esta última sub-trama la que mejor funciona, aunque frecuentemente debe interrumpirse para dejar paso a los otros arcos narrativos. No obstante, a pesar de que en la cinta abundan complejas e impresionantes escenas de acción y efectos especiales, lo más memorable resulta ser los pequeños momentos íntimos, donde vemos el desarrollo emocional de los personajes.

Creo que esa virtud viene directamente de las poderosas caracterizaciones que Rowling logró en sus libros, y que en mayor o menor medida han subsistido en las películas, gracias a un elenco perfectamente seleccionado, aunque aún un poco deficiente en su talento histriónico.

Daniel Radcliffe se ha convertido ya en Harry Potter, pues es imposible separar al actor del personaje; y si algo falla en su actuación es que a veces cansa verlo únicamente reaccionando a las amenazas y situaciones externas. Claro que eso es consecuencia directa del libreto, así que no podría realmente culpar al joven actor. Emma Watson como Hermione Granger parece haber dado un paso atrás, ya que luego de su sólida interpretación en "El Prisionero de Azkaban", la vemos de nuevo dudosa y exagerada, como le ocurrió en las dos primeras cintas de la serie. Sin duda el rol le exige escenas más complejas, pero yo supondría que, luego de cuatro películas, ya habría superado esas aparentes inseguridades actorales. Rupert Grint como Ron Weasley es quien mejor queda, adoptando un humor fácil y creíble, que complemente perfectamente bien su eterno papel de "mejor amigo". Lástima que, de nuevo, el guión le niegue tiempo suficiente para tener escenas jugosas y dignas de su divertida actuación.

Como en las otras películas de Harry Potter, el elenco adulto es brillante; lástima que en la cuarta cinta los veamos aún menos que antes. Entre las nuevas adiciones tenemos a Brendan Gleeson, divirtiéndose de lo lindo como el excéntrico profesor Moody; Ralph Fiennes en una actuación sutil (quizás demasiado sutil) como Lord Voldemort; y Miranda Richards totalmente desperdiciada como la entrometida reportera Rita Skeeter. Aunque en el libro forma parte importante del argumento, en la película es uno de tantos obstáculos que frenan la narrativa, y su magra aportación de "comic relief" se hubiera podido sacrificar a cambio de una historia un poco más cohesiva.

Como dije, "Harry Potter y el Cáliz de Fuego" es entretenida, y seguramente deleitará a los aficionados de la serie. Pero, inevitablemente, al adaptar a cine un libro tan largo se ha sacrificado dinamismo y estructura a cambio de satisfacer al público con detalles superfluos y personajes redundantes. Me gustó más la integridad y el ingenio de la película anterior (la mejor de la serie hasta el momento, en mi humilde opinión), pero aún así puedo recomendar esta cuarta parte como una digna continuación, aunque en el plano dramático represente un paso atrás. Sólo queda esperar que David Yates (veinte años más joven que Newell) aprenda de los errores de esta cinta cuando se encargue de dirigir "Harry Potter y la Orden del Fénix". Esperemos que para entonces la magia regrese.

Calificación: 8

Pablo del Moral

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