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No es muy frecuente que mi deseo por ver una película sea tan nublado por el disgusto que me produce uno de los intérpretes. No tengo nada personal en contra de Adam Sandler; sencillamente me parece que sus típicas películas son apabullantemente tediosas y carentes de humor. El fulano se ha limitado a exprimir hasta la saciedad el tipo de personajes irritantes que inexplicablemente lo hicieron popular en el programa televisivo "Saturday Night Live". Digamos, sencillamente, que no soy fan.

A quien sí admiro, o al menos a su obra, es al director norteamericano Paul Thomas Anderson (por favor no confundirlo con el OTRO Paul Anderson, el inglés creador de bodrios como "Resident Evil" y "Soldier"), responsable de los clásicos modernos "Magnolia" y "Boogie Nights". Sus películas, aunque sean pretenciosas y en exceso indulgentes, muestran tal maestría en la dirección y en el manejo de los elementos técnicos del cine para provocar y guiar las emociones del público, que puedo disculpar sus mencionados defectos a cambio de disfrutar de espectáculos fílmicos únicos.

De ahí mi ambivalencia sobre la nueva película "Punch-Drunk Love", donde Sandler y Anderson intentan crear una historia de amor en extremo inusual e impredecible, aprovechando los talentos del director y la percibida imagen pública del actor.

La película nos muestra a Barry Egan (Adam Sandler), un aparentemente afable hombre de negocios a cargo de una pequeña empresa de artículos para baño. La mayor parte del tiempo su forma de ser es sumisa y tranquila... pero bajo la aparente calma se esconde un carácter explosivo e incontrolable, tal vez acentuado por sus siete hermanas, para las que Barry nunca ha dejado de ser el niño pequeño que requiere constantes críticas y regaños. Pero en el denso torbellino de emociones que torturan a Barry, parece surgir un rayo de luz... Lena (Emily Watson), una afable mujer, entra a la vida del infeliz hombre y así comienza a tomar forma un surreal romance que sólo culminará si la pareja encuentra el modo de asimilar la frágil condición mental de Barry.

Aunque es inegable que Adam Sandler presenta una actuación notablemente buena (comparándola con su trabajo anterior), la estrella de la cinta, como siempre, es el director. Anderson es un maestro de la manipulación, y cada elemento en pantalla, desde la acertadísima música hasta el más insignificante movimiento de la cámara, busca producir fuerte impacto en la audiencia aún a costa de la integridad narrativa.

Tal vez la característica más notable de la cinta es que es maravillosamente impredecible. El frenético tono que paulatinamente desarrolla pone al público en el mismo estado de histeria que experimenta el protagonista, y no hay modo de anticipar los bizarros giros que da la trama en su esfuerzo por mantener el paso de los personajes, que para ese momento ya tomaron vida propia, y parecen seguir sus propios impulsos sin ayuda del guión.

Desafortunadamente ese gran logro no logra mantenerse hasta el final de la cinta, cuando la historia traiciona a los personajes con una conclusión trillada, vacía y poco creíble. Claro, de este modo la película es más accesible, pero a costa de sacrificar la valerosa intención dramática que parecía perseguir desde el principio.

El reducido, pero sumamente talentoso elenco de apoyo también merece mención; Emily Watson está a punto de caer en el cliché con sus personajes a la vez inocentes y pasionales, pero los interpreta con tal honestidad que aún se sienten frescos. El gran Philip Seymour Hoffman y el injustamente menospreciado Luis Guzmán prestan sólido respaldo con sus excéntricos caracteres, coloridos pero rebosantes de humanidad, a pesar de sus cortas participaciones.

A pesar de la antipatía que me causa Adam Sandler, debo admitir que disfruté de esta cinta, al menos hasta antes de la inesperadamente simple e irreal conclusión. Paul T. Anderson se muestra una vez más como uno de los más talentosos (y presuntuosos) directores contemporáneos, y siempre resulta interesante ver sus películas, que parecen balancearse en la delgada línea entre el cine experimental y el comercial. "Punch-Drunk Love" es uno de estos interesantes experimentos, que aunque no son del todo exitosos, tienen mucho que ofrecer al espectador.



Calificación: 7

Pablo

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Embriagado de Amor
(Punch-Drunk Love)


Imagen © 2002 New Line Cinema

New Line Cinema, 2002
94 minutos

Dirigida y escrita por Paul Thomas Anderson
Editada por Leslie Jones

Elenco:
Adam Sandler .... Barry Egan
Emily Watson .... Lena Leonard
Philip Seymour Hoffman .... Dean Trumbell
Luis Guzmán .... Lance
Mary Lynn Rajskub .... Elizabeth
Lisa Spector .... Susan
Julie Hermelin .... Kathleen

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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