La Maldición, por Pepe

Y hablando de fórmulas...

Japón copia a Japón y a Hollywood, éste se auto plagia y Japón vuelve a copiar sus plagios Hollywoodenses. Ese pulpo gigantesco y seductor postrado en el estado de California mete sus tentáculos en todo y como peces ingenuos, cada vez más directores del mundo quedan succionados por las ventosas del “sistema de las estrellas”, con las billeteras llenas y sin sueños. El mismo día que vi La maldición, de manera fortuita, encontré en la programación de la televisión la producción original de esta película: Ju-On: The Grudge (2003), escrita y dirigida por Takashi Shimizu, autor de ambas versiones. Como dato curioso, Cablevisión la transmitió en japonés y sin subtítulos y aquí debo subrayar que no me hicieron falta, no porque hubiese visto la versión actual, sino porque tiene una estructura un tanto desordenada pero efectiva en el sentido esotérico de lo que puede ser una película de terror, recrea un mundo confuso que logra su objetivo: asustar.

Muchos compartimos una extraña fascinación por este género, pero La Maldición (The Grudge) parece más un comic Japonés con los trilladisisisisisimos golpes visuales y auditivos, que crispan los nervios del espectador más que infundir terror. Son tantas las preguntas que traigo en la cabeza, que podrían ocupar el cuerpo completo de este comentario y difícilmente tendría respuesta para alguna de ellas. ¿Qué, por qué, cuando, donde cómo, quienes, a qué hora, dónde quedó, etc., etc.? El guión tiene serios problemas de continuidad narrativa y la calidad de la fotografía es perturbadora y lejos de ser un elemento intencional para incrementar el suspenso, es evidente que es obra de un principiante, perdón, de dos.

La publicidad en los anuncios espectaculares y los trailers de la película me remitieron a “El aro” (The Ring-2002), película infinitamente superior en cuanto a concepto, producción, idea y estética. Si estuviera en mis manos, haría de los clichés pecados mortales, crímenes que condenen al infractor a cadena perpetua y trataría de disolver la contaminada maraña de elementos impuestas por la industria del cine, ¿Qué demonios hace “Buffy”, la caza vampiros (Sarah Michelle Gellar como Karen) en esta película? Es una cara bonita de talento mediocre.

Toda experiencia paranormal lleva implícita una buena carga de interpretación de los elementos que conforman la información disponible a los mortales y la angustia mayor es el saber que vayas a donde vayas, estás condenado a la muerte; Esto y los ojos del pequeños Toshio (Yuya Ozeki) cuando va a Karen desde lo alto de la escalera, son quizá, los dos elementos que se pueden rescatar de esta película. Vaya pues, el más osado a ver un filme gris y lleno de vacíos

José Martín Sulaimán

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