Los Otros, por Pepe

Spoilers

Los Otros (The others) Las películas de fantasmas están de moda, sobre todo las hechas a la vieja usanza, es decir, sin grandes efectos especiales que arruinan esa sensación íntima que uno siente cuando se asusta. ¿Alguno de ustedes comparte su espacio con un fantasma? Yo sí, aunque no lo crean y la sensación es similar a la que muestra el niño Nicholas (James Bentley), ojos abiertos, manos sudorosas y arritmia y casi taquicardia. Por fortuna, los encuentros son esporádicos y juro que yo soy el vivo. El pintor Alberto de Miguel dice que “el estimulante más efectivo que existe, más que las drogas, es el miedo”.

No podemos ver “Los Otros” sin haber visto “Sexto sentido” y “El espinazo del diablo”, conclusión formulada en nuestras tertulias cafeteras, hay un estilo narrativo similar y comparten un interés: Retomar el genero del terror con un enfoque... ¿más realista? No, más cercano a las supuestas experiencias paranormales vividas por gente común y corriente. Esta película no es de terror, no asusta, aunque en un descuido del director Alejandro Amenábar (por no llamarlo recurso barato) nos provoca un brinco en la butaca al utilizar la ya muy vista y trillada táctica del estruendo sonoro y la edición de unos cuadros en la imagen con una cara diabólica. Como en toda historia de fantasmas, dos mundos paralelos ondulan en frecuencias distintas y en ocasiones, las crestas chocan entre sí, permitiendo que los que habitan en uno de los mundos se asomen al otro. La trampa está tendida desde el principio y hay poca información para descubrir el truco que encierra la historia. La buena actuación de los protagonistas contribuye a desviar la atención hacia lo inimaginable. Dos, tres y cuatro veces nos dan las claves sin más explicación, que pudiesen revelar el secreto del misterio que rodea a los personajes. La versátil Nicole Kidman esconde sus atractivas virtudes físicas y nos muestra sus aptitudes actorales en un papel austero pero difícil y creíble.

La oscuridad es si acaso, el lugar más común en la historia y la justifican con la enfermedad de los pequeños, la foto... perdón, olvidé el nombre, es una alergia a la luz solar que les provoca llagas en la piel y en caso extremo, la muerte. Grace (Nicole Kidman) es la madre obsesiva y loca que lleva la trama y la responsabilidad de la salud y cuidado de sus hijos, quienes son los realmente amenazados por los fantasmas que habitan la casa, que coexisten con ellos. Han visto el otro lado, se han asomado para descubrir personajes que no son tan diferentes a ellos y esto nos lleva a otro lugar común, los niños siempre son los que tienen esa sensibilidad desarrollada para percibir e interactuar con los del más allá ¿Por qué? El pequeño Charles (siempre son los pequeños e indefensos en los que recae la amenaza maligna) cruza el umbral de la inocencia al temor por lo desconocido, por llegar a la “conciencia” de lo que creemos que significa el temor a los fantasmas. ¿Es acaso por la visión pura y casta de los niños? No, es por su vulnerabilidad. Aquí está la trampa, bien tendida pero ventajosa sobre los espectadores pues nos llevan a creer situaciones y a crear deducciones que pensamos como lógicas.

Espero que lo que hemos visto en la pantalla signifique el regreso del cine a las películas “con historia” y con una visión más inteligente de la vida, donde lo importante es reproducir las vivencias cercanas a la experiencia real de vivir o sobrevivir, que los fantasmas no sean animaciones tridimensionales creadas por Industrial Light and Magic, sino ánimas que buscan la cercanía con el ser vivo, para vengarse o esclarecer un crimen. Vale.

Ojalá entendamos que es la vida la que nos enseña, la muerte la que reclama lo desconocido.

Buena película.

José Martín Sulaimán

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Los Otros (The Others)

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