Voces Inocentes, por Pepe

Spoilers

Al salir de la sala de cine, escuché una especia de gemido de Bere, mi novia, que tomaba aire para lanzar su lamento: “Estoy buscando razones para no odiarla porque quiero, desde el fondo de mi corazón, de veras, creer que esta película es bien intencionada”. No hay nada más que decir y ante tal contundencia y sin embargo, trataré de apuntar algunas cosas.

En mis épocas universitarias, escuchábamos cuentos de cómo obligaban a los niños reclutados por el ejercito Salvadoreño a sacarle los ojos con cucharas a los militares apresados y muchos otros detalles igualmente espeluznantes. En mi breve estancia en Estados Unidos, conocí a una salvadoreña que me dijo que se tuvo que aguantar la respiración, bañada en sangre, debajo del cuerpo de un primo muerto para que los soldados no se la llevaran y uno de sus hermanos no pudo llegar al país del norte porque pisó una mina y perdió una pierna, esta mujer se reía diciendo “pobrecito de mi hermanito que no pudo llegar porque le falta una pierna para correr”. Con esto quiero apuntar que es cierto todo lo que se dice en la película y mucho más, lo que es lamentable, es el enfoque que Luis Mandoki (Gaby, una historia verdadera, 1987; Pasión otoñal, 1991; Cuando un hombre ama a una mujer 1994) le da a la historia, a veces parece un drama champurrado, repetitivo y tedioso, una telenovela infantil de Televisa que juega con los niños bien a ser rudos. Sí, los niños en la guerra es un tema real y desgarrador, Orlando Torres escribió el guión basado en sus experiencias personales y dice que tenía que estudiar tirado en el piso para que no lo alcanzaran las balas, se lo creo, lo que se me hace difícil de digerir es resultado melodramático que lograron. Por mi parte, también hice un esfuerzo por aguantar hasta el final de la película y juro que no pretendo criticar el esfuerzo de un creador ni de un director, lo que critico es la manera de contar la historia. Entiendo muy bien que al cine hay que maquillarlo para poderlo insertar en el ciclo mundial de exhibición, sobre todo cuando se viene de un esquema gingo de producción y la hermosa Chilena Leonor Varela en el papel de Kella, no tiene nada que ver con la estética Salvadoreña de una mujer humilde, parece Miss El Salvador, pero bueno, tan puede pasar, que pasó.

No me quiero meter a desgranar la película entera, tiene sus logros estéticos, aun a pesar de la horrible imagen grisácea y fea con la que se identifica a nuestros pueblos, pero eso sí, al final me mordía las uñas: “No, no lo hagas...” le decía yo a la pantalla, “por favor no, no...” coño, lo hizo, en el último instante, Mandoki salvó al héroe... y para rematar (vaya conflicto), los del pueblo atacan a los gringos porque son los que están matando a su gente para luego huir a Estados Unidos y hacer su vida allá y regresar a El Salvador a sacar a su gente

¿Alguien entiende?

Comprendo las voces y demandas de críticos y espectadores que defienden la película, yo mismo soy en extremo sensible a estos temas pero, en mi opinión, NO ES LA MANERA CORRECTA DE CONTAR ESTA HISTORIA, es una historia mal narrada y mal propuesta, eso sí, con mucho contenido afectivo que apela a nuestra sensibilidad y tomas impresionantes, con algunos de los baluartes del cine mexicano que sin ellos, no sería “Cine Mexicano” ¿para qué mencionarlos? En cuanto a al oficio de Mandoki diría, como dice Facundo Cabral: “No soy de aquí, ni soy de allá”.

¡¡BRAVO!! Por el intento de denuncia.
¡¡¡BBBUUUUUUU!!! Por el resultado

José Martín Sulaimán

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